La villa mariana se despertó ayer, domingo 22 de octubre, con un color frío y sombrío. Los nubarrones se mantenían firmes y cargados en lo alto del cielo, impidiendo los rayos de sol y el calor de este. Sin embargo, pasadas las primeras horas de la mañana, nada impidió que en lo bajo el pueblo de Teror se iluminase con la romería tradicional del Rocío. La Calle Real y la Plaza del Pino se vistieron con los pañuelos, volantes, peinetas y flores de los sevillanos que seguían la carreta del simpecado, estandarte de la Real Hermandad del Rocío de Las Palmas de Gran Canaria.

Un año más, las calles del pueblo se decoraban con los puestos de estampas religiosas, rosarios y velas, además de los comunes puestos de comida típicos del mercado del domingo, y de las mujeres enfundadas en las faraleas de todos los colores y formas, además de los paraguas para los momentos de chaparrón (aunque por fortuna, no cayeron más que algunas gotas). Las palmas, las guitarras y las castañuelas pusieron el tono de alegría y fiesta que sólo el espíritu canario (y el andaluz) consiguen ante la sombra de un día gris. Al mal tiempo, buena cara. Y un año más, los dos "sures" de España se fusionaron en el municipio de Teror.

Como todos los años, los preparativos comenzaron el día anterior, 21 de octubre, con la misa rociera de la Iglesia del Cristo en Guanarteme, Las Palmas de Gran Canaria. "Allí tomó posesión la nueva junta de la Hermandad", relata Alberto Carrión, Hermano Mayor de la Junta saliente. Después tocó la subida al municipio, donde se alistaron en un solar preparado por el Ayuntamiento de la Villa e instalaron unas carpas militares. Rezaron el Santo Rosario y procedieron a una noche llena de música y bailes, rodeando una candela y siendo partícipes de uno de los eventos más esperados del año. "Es la hora de la manzanilla, el vinito y los cantares", añadió Carrión entre risas. "Por la mañana ya nos acicalamos y fuimos hasta lo que llaman el puentillo de Teror, donde nos esperaba la Corporación Municipal, entre otras instituciones, y de ahí hasta la Basílica", concluye el rociero.

La romería, aunque admirada por todos y siendo merecedora de cumplidos y halados, no evitó algunas decepciones por parte de los visitantes y participantes de otros años. "Este año no han habido ni carretas ni caballos", comentaron unas sevillanas en la puerta de la Basílica. "Ha habido bastante menos gente", concluyó Carmen mientras observaba el ambiente. Ataviada con una faralea violeta con estampados de puntos, confesó ser andaluza "aunque llevo más de 40 años viviendo en Gran Canaria, y me siento más canaria que el gofio." Pero lo que más le tiraba eran las raíces, y por eso le ilusionaba asistir a la ofrenda de la Hermandad todos los años. Por otro lado, Sergio y Mónica comentaron que las obras en la carretera principal habían provocado la menor afluencia de público y que por tanto "todo es un poco más triste y el tiempo tampoco acompaña", añadieron mirando los nubarrones. "También nos hubiera gustado ver las actuaciones que se hacían los años anteriores." Ambos pertenecen a una escuela de sevillana y flamenco, y aunque son canarios de pura cepa acuden anualmente al Rocío de Huelva, y les gusta saber que en la Isla también se acoge esta la cultura andaluza. "Participamos aquí por tradición." Pero también hubieron quienes, quizá por ser su primer año de Rocío, disfrutaron como niños y vieron de la romería un espectáculo "de luz y de color". "Ha sido maravillo y precioso", comentaron otras rocieras. "Hay mucho ambiente y se nota que todos lo están pasando bien". Tampoco faltaron participantes de otras islas. Entres castañuelas y taconeos, cinco amigas de Tenerife llevan cinco años consecutivos visitando la romería de Teror. "Somos amigas de las sevillanas del Club Victoria, y no invitan todos los años para bailar junto a ellas en este día", explicaron con ilusión. "Bailaremos hasta que nos echen", todas ríen y continúan con la fiesta.

El verdadero espectáculo casi podría ser las vestimentas de las señoras, que lejos de sobrias, lucían sus topos, flecos, volantes y zarzillos alegrando la plaza del pueblo, a pesar de los goterones que obligaban a los visitantes a abrir sus paraguas. Azul, rojo amarillo o verde. Faldas y camisas combinadas, grandes pendientes, mantos y peinetas. Las mujeres fueron las grandes protagonistas de la romería, y sus maridos, los acompañantes. "¿Pa' qué traes a tu marido?", le grita una flamenca a la otra. "Pa' que me sujete los trastos", le responde entre risas. Castañuelas, guitarras y tambores. El simperdón se rodeó de luz y color, con o sin caballos y bueyes de por medio.

Los canarios se ilusionan por esta fiesta que en honor a la Virgen, los andaluces se deleitan con sus raíces.

Jesús Betancor, miembro de la Hermandad desde el mes de agosto, reitera que este ha sido el mejor año de todos, a pesar de las críticas. Su cometido es ser vocal de romería, es decir, ayuda al Alcalde para la organización del evento y confiesa que "estamos muy contentos porque la Junta saliente y la entrante han trabajado de la mano para organizarlo todo, y ha salido tal cual esperábamos."