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Mujeres rurales

De peluquera a quesera en Moya

Elisa Ramos cuenta su experiencia en el foro Surca del cambio de la ciudad al campo

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Eli Ramos, mujer rural

Elisa Ramos nació en el barrio de Las Huesas en Telde en 1974. Poco o nada se imaginaba que acabaría siendo una mujer rural cuando su pasión durante la adolescencia era la peluquería. "En aquella época los animales me echaban atrás", asegura Ramos, quien realizará una ponencia en el foro de la mujer rural Surca Villa de Moya. "Ahora defiendo a capa y espada a las mujeres que trabajamos en el campo", señaló Ramos, que en la actualidad vive en una finca en el barrio de El Tablero de Moya junto a su marido, agricultor, y sus tres hijos varones, "todos hombres del campo", asegura.

Ramos contará su experiencia personal de como pasó de vivir en el centro de Telde a los campos de Moya. "Mi sueño era ser peluquera, pasaba horas en la peluquería de mi prima para aprender lo que yo pensaba que iba a ser mi profesión", recuerda. Pero siendo joven se enamoró de un hombre de campo. "A los 17 años conocí a un chico que me dijo que era agricultor y ganadero", explica con nostalgia, "y empezamos a salir, y eso que no me gustaban los animales porque me dejaban el olor impregnado en la ropa", añade.

A los 21 años se casó y se fueron a vivir a los altos de Moya, en Fontanales. "Me metí de lleno en el mundo rural", recuerda entre risas Ramos, que aprendió a hacer queso el mismo día que llegó a la finca. "Los primeros que elaboré me salieron fatal, así que durante el primer año aproveché todos los cursos que organizaba el Ayuntamiento para aprender el arte de los quesos", explicó Ramos, que ahora elabora quesos con leche de vaca canaria bajo la etiqueta Los Castañeros.

Poco a poco se fue aclimatando a su nuevo estilo de vida. A los 22 se quedó embarazada de su primer hijo. "Cuando nació mi vida se convirtió en la labranza, el queso y mi hijo", señala. Ramos se vio encarcelada a la vida del campo. A los 26 tuvo mellizos y "más de lo mismo". Hasta que su hijo mayor comenzó a jugar al fútbol y tuvo que empezar a llevarle a los partidos. "Eso me dio que pensar, porque salía de la finca, me relacionaba más con otras madres, que me acogieron muy bien, y vi que había vida más allá del campo", reconoce Ramos, a la vez que asegura que fue un "sacrificio enorme". Aquello fue un punto de inflexión en su vida.

"Entonces comencé a relacionarme más, y vi que había tiempo para todo, para arar, hacer queso, los hijos y demás", afirma Ramos, quien ahora va una vez por semana a Las Huesas a ver a su familia. Pero Ramos ahora lucha por dar visibilidad a los problemas que sufre la mujer en el mundo rural.

"Llevo 22 años de trabajo en el campo y no he cotizado en la Seguridad Social, porque malamente podemos pagar una, la de mi marido", explica Ramos. "Es un trabajo muy duro que la gente no ve, porque está en la ciudad, pero la comida de todos viene del mundo rural, y tiene que haber más apoyos a este sector", denuncia.

Los datos del informe de desempleo del Gobierno de Canarias son demoledores. Hasta septiembre de 2017, el paro femenino en Gran Canaria alcanza el 57,1 % (55.055 mujeres), registrándose el 36,4 % de esa cifra (20.050 mujeres) en los municipios considerados rurales, que a su vez soportan el 20,8 % del total de desempleo de la isla. También cabe destacar los datos de la Asociación Insular de Desarrollo Rural, que cifran en el 82 % las mujeres que colaboran en las labores agrícolas y ganaderas, si bien el 59 % lo hacen sin cotizar y sólo el 9 % es titular de los bienes comunes con sus maridos.

"Además hay muchas mujeres que se separan a cierta edad y no tienen nada", recalca Ramos. "Hay que reconocer el trabajo de la mujer, porque estamos sin derecho a nada", añade. Ramos acude al Surca a contar su visión del mundo rural, ya que es relativamente joven. "Se puede compaginar la vida del campo con ocio, pero primero hay que poner en valor el trabajo de la mujer en el campo, porque no todo es cosa de los hombres", señala. Ramos ha evolucionado. Ahora que sale más de la finca puede defender sus productos en ferias o en las gradas de un campo de fútbol cuando acompaña a sus hijos. "No todo es trabajar, hay que luchar por nuestros bienes y porque las cosas cambien", defiende Ramos, que compartirá su historia en el foro la semana que viene.

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