El empresario de la Dulcería Benítez de Teror Villa Mariana de Teror, Juan Carlos Benítez, ha fallecido a los 63 años.

Tal como contara Juan Carlos en entrevista a este mismo periódico: "Yo soy la tercera generación porque mis abuelos eran panaderos. Mi padre siguió el tema de la panadería con mi madre, pero como les gustaba mucho la repostería, se dedicaron de lleno a trabajarla dejando el pan a un lado... pero... mi madre fue la pionera de la repostería porque conocía más el asunto".

Don José Benítez Talavera (de familia de panaderos aquí allegados desde Santa Brígida) y su esposa doña Fermina González (nacida en Gáldar en el seno de una prolífica familia que se movió posteriormente, por mor de buscar salida a tanta abundancia de hijos, hacia Firgas y Teror) iniciaron ilusión y empresa. Ferminita tuvo siempre buena mano para la cocina, pero el punto de inflexión que le hizo pasar de una afición a un negocio fue el momento en que decidieron poner sus dulces en los bares que Pepe Benítez llevaba en Teror.

Un éxito. Los aromas de la crema pastelera de los petisú, las truchas, los huevos fritos o los bizcochos lustrados pasaron a ser "identidad terorense" desde esos bares donde se juntaban los de aquí con los de fuera a pasar el rato y disfrutar de aquellas delicias que el matrimonio empezó a elaborar sobre la década de los cuarenta del pasado siglo.

Desde su domicilio familiar en la popular calle de la Herrería -por entonces Coronel Rocha- iniciaron tímidamente lo que con el paso de los años ha venido en convertirse en referente y honra para Teror y satisfacción de apellido y familia.

En la misma calle, en la casa que habita el que esto escribe, estaba por entonces la única dulcería de Teror. Allí mismo, junto a la casa parroquial vivía Pinito Yánez, que en llegando la tercera década del 1900 instaló en los bajos de su hogar (curiosamente el mismo sitio donde se ubicara en el XVIII la herrería que da nombre a la vía en la actualidad) esa artesanal dulcería. Pinito Yánez ("La Canastra" como era conocía por sus dilatados asientos) fue mujer querida en Teror y su única dulcera hasta la sucedieran en esta línea de herencia de recetas la pareja Benítez González.

Ella había aprendido de Ana González, una famosa pastelera de Las Palmas, con junto al cauce del Guiniguada "en los toriles de Vegueta". La excelencia de sus elaboraciones (entre ellas, los famosos pasteles de carne) difundida por toda la isla, pasó a La Canastra y de ella a Ferminita y a la "Dulcería Benítez", junto con otros muchos sabrosas recetas que iban rescatando y reelaborando de muchos lugares.

Tras décadas que conformaron uno de los negocios más distintivos y deliciosos de la Villa, fueron dos de sus ocho hijos, Juan Carlos y Pepe Agustín, quienes cogieron "las riendas del negocio", y tras el triste fallecimiento de su hermano el año 2008, sería Juan Carlos Benítez González quien llevaría hasta el día de ayer, esta herencia de olores, sabores y tradiciones que están ligados ya para siempre a Teror y su historia. Su esposa Isabel Marrero y la viuda de José Agustín, Teresa Santana, se unieron a esta línea histórica para perpetuar tradición y negocio.

Quede aquí en espera de mayor espacio y tiempo para dedicar a los Benítez y su presencia en el ir y venir de las cosas terorenses, mi sentimiento de unión al dolor de su viuda Isabel, a sus hijos Enrique y Carlos; sus hijas políticas; sus nietas, sobrinos y a sus hermanos Tere, Pino, Nacho, Peyo, Manolo y Fernando€custodios de saberes y deberes para con una Villa que los quiere y los respeta.