La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El arte de moldear la naturaleza

Esteban Sánchez talla desde un tótem de seis metros hasta un soldado de 10 centímetros

33

Esteban Sánchez Rodríguez, experto tallador de figuras de madera

No se considera un artista, solo una persona con la capacidad de obtener algo bello de donde otros solo ven madera. Esteban Sánchez es un vecino de Tauro que dedica su vida a la hostelería, una actividad que compagina con su mayor afición: la escultura. Y en este hobby su materia prima no es difícil de hallar, solo le basta con mirar alrededor para encontrar en la naturaleza un tronco de árbol cuya morfología le haga volar su imaginación.

En un simple tronco él visualiza animales, plantas, flores, paisajes o personajes. Y luego los reproduce. No tiene formación artística aunque alude a la obra de Miguel Ángel, pero tallar madera desde los seis años le ha valido el reconocimiento de decenas de turistas que pasean por los exteriores del restaurante que regenta en Tauro y donde tiene ubicadas gran parte de sus creaciones. Aprendió de su padre hace ya cuarenta años, y lo hizo a ensayo y error. "No teníamos tanta capacidad económica y hacíamos los belenes de Navidad a mano", recuerda.

El proceso de tallado es lento y requiere paciencia y concentración. Formón y martillo en mano, comienza el moldeado de la madera. Observa y golpea, se aleja y se vuelve a acercar. "Tienes que alejarte del problema para encontrar la solución", explica. Así visualiza mejor lo que esculpe. Las ideas le surgen de repente. "Veo un tronco que tiene una forma concreta y en mi cabeza ya veo figuras, igual que hay quienes ven formas en las nubes". Entonces ese tronco recobra vida. Esteban empieza a crear. ¿Y si se equivoca? Ese día en su casa habrá barbacoa.

Hace una semana terminó su mayor tesoro, un tótem de seis metros al que su esposa bautizó como 'Yo soy'. Sonriente y con los brazos abiertos en forma de abrazo, la obra homenajea a todos los guanches que vivieron en el barranco de Tauro. "Es muy difícil encontrar una rama de árbol que tenga ese paralelismo con el cuerpo humano", afirma Esteban. Ha tardado más de cien horas en tallar esta escultura, y ahora luce imponente en la entrada de su negocio, bendiciendo a todos los turistas que se acercan hasta el local.

Entre otras de sus creaciones destaca la lucha de un águila y una serpiente [en pleno proceso de tallado], un pintura sobre un trozo de corteza donde reproduce la playa de Veneguera, un soldado que, con sus prismáticos, vigila al enemigo desde las trincheras, o un oso de tres metros que se defiende de cazadores furtivos.

Para él, esculpir significa encontrarse consigo mismo. "Cuando tallo, mi mente trabaja y se regenera, y ese rato me sirve para reflexionar sobre mis problemas", relata, "me guío mucho por nuestro poder interior, de nuestra capacidad de creación". Y a esa tarea le dedica casi cuatro horas diarias, aunque reconoce que a veces se atasca y las idean no fluyen, así que abandona el tallado o se concentra en otra parte de la escultura. Pero siempre, antes de iniciar un nuevo trabajo dibuja un boceto o se descarga una imagen de Internet.

Esteban no tala árboles, ama demasiado a su entorno. "A nadie le importa la madera y la encuentras en cualquier lado, donde hubo podas de árboles frutales o ejemplares que han sido problemáticos, aprovecho la ocasión y la utilizo para mis obras", explica. Mientras talla, el escultor critica el desconocimiento generalizado de la naturaleza, a la cual considera "imprescindible". "No interactuamos con ella, solo pasamos de largo, y muchas veces la herimos".

El tallado de la madera es una tradición ya casi olvidada, aunque está convencido de que no desaparecerá porque "siempre habrá alguien a quien le guste manipular lo que tiene a su alrededor". Por lo pronto, su hijo Carlos, de 20 años, no tiene el mismo interés. "Con las nuevas tecnologías los jóvenes tienen otras aspiraciones", apunta Esteban.

Entre risas, este hostelero reconvertido en escultor asegura ser muy autocrítico, más que su familia. "Ven lo bonito, pero yo me exijo mucho y detecto más errores", explica. Probablemente errores tendrá muy pocos, porque aunque no se dedica profesionalmente al tallado, llegó a recibir encargos siempre con libertad de creación. Una libertad que le permite volver a darle vida a una naturaleza que ya estaba muerta.

Compartir el artículo

stats