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Arucas

Naufragio en El Charco

Un caserío de Arucas se ahoga entre el asfalto de la IV fase de la circunvalación

Naufragio en El Charco YAIZA SOCORRO

El Charco. Un cartel tirado junto a un muro rubrica el nombre de un pequeño caserío que en su momento fue creciendo a la vera de las plataneras y algún cercado de papas. Puro agrícola, con un gran estanque incluido, con sus buenas vistas al barranco y la montaña de Cardones por naciente, y de tiro infinito hacia la Cumbre.

Son apenas una docena de viviendas que debieron estar tan bien mimetizadas con el paisaje, pero sobre todo por el enorme estanque que ha sido derruido para dar paso a la vía, que la consejería de Obras Públicas del Gobierno de Canarias ni se enteró de su existencia hasta el mes de marzo del pasado año.

Mucho antes, con parones por la crisis, la IV fase de la circunvalación ha ido caminando piche a piche desde Tamaraceite a Arucas, en un proceso en el que se ha ido comiendo montañas, taponando laderas con sus desmontes y pavimentando los cauces acercándose a ese Charco invisible.

En ese deambular también dejó varios núcleos aislados en Cardones, Santidad y Lomo Grande, donde sus respectivos vecinos quedaron a kilómetros de lo que antes eran metros, o a muchos minutos en coche lo que antes se suplía en segundos, algo que después de protestas y reivindicaciones ha obligado a la construcción posterior de pasarelas y ramales para paliar el cochafisco.

Pero el caso de El Charco es de formato Macondo. Con la misma densidad de asfalto de Los Ángeles sufre la movilidad de Mogadiscio, ahí pegado a Arucas pero con una vía impuesta en su zaguán que los envía sí o sí a la rotonda de Las Mesas, ya fuera del propio término municipal, lo mismo para llevar al colegio a los niños que a un centro de salud. Es decir, que si por un casual quieren ir a Moya, antes deben pasar por Tenoya, al otro lado de la rosa de los vientos.

Piche por babor y estribor

Esto en coche, porque si es a pie la construcción de un nuevo vial les ha dejado al pairo de la circunvalación, dado que la antigua pasarela que se encuentra junto al parque de bomberos de la ciudad, se ha quedado 'corta' y no llega hasta el acceso al núcleo.

Aislados por babor y estribor, los residentes de El Charco se dirigen a Obras Públicas y Transportes del Gobierno de Canarias en el pasado mes de marzo.

Según la versión de algunos vecinos, desde la consejería se les confesó que ni siquiera tenían conocimiento de que allí viviera alguien, quizás por estar parapetados por el enorme estanque de la Heredad de Aguas ya derribado para continuar con los trabajos y que camuflaba al caserío, lugar que se organiza en unas cuantas viviendas en torno a un camino fino cementado por los propios usuarios, según comentan ellos mismos con el innovador guineo del tráfico de fondo que llega desde el nuevo puente que cruza el barranco de Arucas.

Así fue como el pasado 19 de diciembre llega la respuesta al escrito de reclamación, firmado por Gloria Macías, jefa del área de Carreteras y por el jefe de proyectos y obras.

En la exposición técnica se relata que este mismo lunes día 8 colocarán un semáforo de quita y pon para paliar en lo posible el tránsito peatonal "con pulsador, para permitir el cruce de los vecinos que quieran trasladarse cruzando la vía, y aproximarse así al núcleo de Arucas".

En lo que se refiere a la posibilidad de acercarse a su propia ciudad en coche anuncia la futura modificación mediante un proyecto que cuenta "con aprobación técnica" para dar salida con un "enlace próximo a la zona donde se ubican mediante un ramal directo ejecutado a tales efectos, así como hacia el norte de la isla a través del mismo enlace que en el caso anterior".

Esto último ha apaciguado el ánimo de algunos residentes pero no a otros porque ponen en duda la eficacia de la solución y el hecho de que la propia consejería reconoce que no podrá ejecutarlo en al menos dos meses.

Y en cuanto a los ruidos, un persistente runrún a neumático y asfalto que el mismo ejecutivo reconoce que se han incrementado desde que se abrió en servicio el viaducto del barranco de Arucas, parece que ya no hay nada que hacer, dado "que no está previsto tomar medidas al respecto en el proyecto en trámite", si bien les queda el consuelo de que irán a "medirlos en distintas horas del día cuando finalicen las obras", según reza textualmente.

Eso sí, se compromete a restituir la cantonera que existía al principio del camino, pero lo de aquél paisaje, el que alguna vez justificó vivir en un lugar llamado El Charco, ya no habrá médico chino que lo arregle.

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