Cuatro grados a las ocho de la mañana en Tunte y trece a las doce del mediodía. Esa fue la temperatura media que se registró durante toda la jornada de ayer en las medianías de los municipios de las comarcas sureste y sur de Gran Canaria. Y en la costa la diferencia era notable, ya que en Playa del Inglés se alcanzaron los 21 grados, aunque con una sensación térmica más baja debido a la fuerte acción del viento, tal y como había previsto la Agencia Estatal de Meteorología. Pero en la Isla parece que nadie le teme al frío, y muchos agradecieron este cambio en la climatología para huir de los últimos episodios de calor.

Pese al aviso naranja por fuertes vientos, la jornada se presentó tranquila; las fuertes rachas, que alcanzaron hasta los 102 kilómetros por hora durante la madrugada del lunes al martes en Tunte, solo provocaron incidencias leves en la zona, como la caída de ramas y algunos frutos. De hecho, los operarios del servicio de Carreteras del Cabildo de Gran Canaria se apuraron durante la mañana en recoger pequeños troncos y algunas piedras que se habían desprendido sobre la calzada en el barrio de Risco Blanco. Por fortuna, explicó uno de ellos, el viento no les había dejado mucho trabajo y apenas se habían registrado incidencias.

División de opiniones

Las calles estaban prácticamente vacías, y los pocos vecinos que se atrevieron a salir de sus casas lo hacían con un abrigo como aliado, y enseguida buscaban cobijo en los bares y cafeterías del pueblo para evitar la lluvia fina y persistente que cayó durante toda la jornada. "Me gusta este tiempo, es lo que toca en esta época del año", explicó Marta Sardiña, vecina de Tunte y trabajadora de una cafetería, "disfrutemos y aprovechemos el poco invierno que tenemos, que ya nos hartaremos de calor durante el resto del año".

Una visión completamente opuesta fue la que tuvo Elena Ramírez, empleada de un restaurante. Ataviada hasta con tres capas de ropa, apuntó que ella prefiere el calor porque es incapaz de aguantar las bajas temperaturas de estos días en la zona alta de San Bartolomé de Tirajana. Elena fue una de las vecinas que sufrió directamente la acción del viento. Y es que durante la madrugada, las fuertes rachas provocaron la caída de los aguacates que tenía plantados en su finca.

El sol intentó hasta en varias ocasiones colarse entre las nubes, sin éxito. Sin embargo, eso no espantó a los turistas que decidieron pasar el día de excursión por la zona. Unos, cubiertos hasta las cejas, mientras otros lucían ropa corta sin importar ni el frío ni el viento. A pesar de las malas condiciones meteorológicas, fueron varios también los ciclistas que se lanzaron valientes a practicar deporte por las carreteras de las medianías del municipio.

El viento azotó con más fuerza en Fataga, sobre todo por la noche, aunque aquí no apareció la lluvia. "Necesitamos más frío y más agua", indicó Juan Cruz, propietario de un restaurante en el barrio, al tiempo que reconoce que este año ha sido "anormal" porque apenas ha llovido. "Está todo seco, y en esta época la zona suele estar muy verde", puntualizó.

Ya en la costa, en Playa del Inglés, las nubes se alternaba con los claros. Y aunque predominó el sol, la playa estuvo prácticamente desierta, a excepción de algunos turistas que se adentraron en el mar por el oleaje y otros pocos que aprovechaban el día para pasear por la orilla. La mayoría optó por disfrutar de los 21 grados en las terrazas.

En Mogán, Santa Lucía, Ingenio y Agüimes la situación fue parecida. Solo en Agüimes se registró desprendimiento en la GC-550, la vía que conduce a Santa Lucía, sin impedir el paso de vehículos.