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Ingenio

Clotilde Cruz, la pregonera que a los 90 años aún recita de memoria

La poetisa de Aguatona anuncia las fiestas de la Candelaria

Clotilde Cruz, la pregonera que a los 90 años aún recita de memoria

"Quisiera que Dios me conserve bien la cabeza para poder hacer el pregón de la fiestas de La Candelaria " cuenta Clotilde Cruz Peña (Ingenio, 1927). Aunque ya tiene escrito el texto, y se sabe incluso de memoria las primeras páginas, se muestra preocupada porque ha notado que a sus 90 años ya no dispone de la misma agilidad mental que antes. "Memorizar siempre ha sido para mí una alegría, pero ahora me da más trabajo" subraya esta poetisa, que sigue recitando muchas de sus rimas, que están recogidas en sus libros: 'Antología poética, y 'Por las veredas del tiempo'.

Sentada en la terraza que hay a la entrada de casa, en Aguatona, y donde aprovecha para coger algo de calor de los rayos de sol, deja claro que no va a dar detalles del contenido del discurso, que leerá para anunciar las fiestas de la patrona de Ingenio, el próximo 26 de enero. Tan solo adelanta que hablará del pago que le vio nacer y donde ha vivido toda la vida: Aguatona, que significa, según explica, agua que suena. Los nacientes de agua, el del Palomar y Caideros, el molino, la plantación de caña de azúcar, y en si como las familias se buscaban el sustento en el campo, y hasta pagaban con su producción el pescado que les llegaba de Gando o El Burrero forman parte de esa historia cercana. "A mi me tocó pagar cuando cobraba mi marido cada semana" añade, justo cuando se acuerda que tiene que retirar del fuego un potaje de berros, que ha preparado.

Fue precisamente a raíz de un poema, que dedicó a su barrio cuando Clotilde Cruz comenzó a escribir poesía. Inició así su andadura como escritora a los 56 años, aunque ya desde pequeña le fascinaba la literatura. Tuvo mucha facilidad para memorizar toda la geografía y la historia de España, y la de Europa, pero sólo pudo acudir al colegio de los siete años a los once, y aunque su profesora, Candelaria Marrero, se dio cuenta de sus dotes, y hasta le comentó que debía pedir una beca para estudiar, tuvo que dejar las clases para trabajar en la aparcería.

Como para tantas mujeres de la comarca, el cultivo de tomate, y el empaquetado, en su caso en los almacenes de Antonio Benítez, se convirtieron casi en un empleo obligado para poder aportar dinero en casa. Después llegó su matrimonio con Francisco González y una vida dedicada a sus ocho hijos. "No había ni agua ni luz en la casa, y por supuesto, tampoco lavadora" asegura, para poner de relieve como era la vida de aquellos años en el ámbito rural.

Cuando se inspira, que suele ser muchas veces por la mañana, o en algún momento en los que está sola, esta poetisa coge el bolígrafo y va anotando todo lo que se le ocurre. "No tengo ordenador ni móvil, pero mi hija lo pasa todo después al ordenador" destaca. Y así como si nada relata: "¡Qué hermosa sería la vida/ Si el hombre supiera amar/ a su pareja o esposa/ a sus hijos y a su hogar/ Si el hombre supiera amar...! Y también recuerda otra composición que hizo para denunciar la violencia machista, que fue leída por un millón de personas a través de las redes sociales. "¿Porqué hombres tan malvados y de tal mal proceder/ le dan muerte, en presencia de sus hijos, a su mujer?/ No más muertes por violencia/ Ten presente hombre machista / que una mujer te dio el ser/ sin la mujer no hay progreso/ no hay vida si no hay mujer".

Junto a estos romances, también ha escrito dedicatorias a artistas como el fallecido César Manrique, también a Rodríguez de la Fuente, a Adolfo Suárez, a Miguel Ángel Blanco, el joven asesinado por ETA, y a algunos de sus vecinos. Entre los últimos personajes que le han llamado la atención figura el dirigente catalán Puigdemont. "Me aburrí cuando se marchó para Bélgica y dije: se acabó, ni una línea más", declaró.

Comenta Clotilde que casualmente el único de sus hijos que también hacía poesías era Juan, que ya falleció. "El lo hacía mejor porque estudió" remarca. Y lamenta que, precisamente este hijo, que se dedicó a la enseñanza, le perdiera el libro con el que ella aprendió todo en la escuela, puesto que como precisa, "antes con un libro se estudiaba todo". Pero también habla de Adolfina, y José Antonio, que viven al lado, para los que ayer cocinó el potaje; y de sus otros hijos, y apunta que tiene diecisiete nietos y diecisiete bisnietos, entre ellos unos mellizos de dos años.

Habla con tal clarividencia que el tiempo pasa como si nada escuchando sus relatos. Es por eso que el director de Coros y Danzas de Ingenio, David Castellano, se empeñó en llevarla a la tertulia 'Una noche de sabios' , en el teatro Federico García Lorca. Y aunque ella, con mucha humildad, siempre creyó que iba a tener poco que contar, sucedió todo lo contrario.

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