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David Morales, el amigo de Xi Jinping

El Costa Meloneras organizó el hospedaje del presidente chino en 20 días

David Morales, en el salón Ambassador donde se reunieron Xi Jinping y Sáenz de Santamaría flanqueado por las banderas de ambos países. Santi Blanco

No imaginó que durante varias semanas dormiría apenas cinco horas al día ni que tendría que trabajar bajo la atenta mirada de varios francotiradores y decenas de agentes de seguridad. Tampoco que tendría que hacer ajustes en la fisonomía del edificio e instalar una puerta falsa en uno de los pasillos del hotel y, mucho menos, sabía que tendría el honor de cautivar a Xi Jinping, el presidente de la República Popular China, a su paso por Gran Canaria .

A las seis de la mañana del 3 de noviembre de 2016, mientras desayunaba para incorporarse a la que sería una jornada laboral más, jamás pensó que el hotel que dirige sería elegido horas después para hospedar al que describe como “dueño del mundo”. Aquella mañana, David Morales, director del Hotel Lopesan Costa Meloneras, recibió una llamada de la Delegación del Gobierno que le informaba del interés de una delegación china por visitar el hotel. “No dijeron de quien se trataba y, como habitualmente recibimos a empresarios chinos, supuse que sería uno más”, explica. Aún sin saberlo, casi tenía en sus manos un asunto de Estado y, lo más importante, el orgullo de impresionar a uno de los máximos dirigentes internacionales.

En menos de una hora tras el aviso, a las puertas del establecimiento se presentaron varios hombres. Sin haberse identificado, Morales hizo gala de su canariedad y los trató con deferencia y cercanía. Los saludó en chino, “idioma que chapurreo un poquito”, dice, un gesto que agradecieron, y aprovechó para mostrarles algunas fotografías personales sobre su vínculo familiar con el país. “Le presento a los señores Fan Lyu, embajador de la República Popular China, y a Qin Gang, director general del Protocolo del Ministerio de Relaciones Exteriores”, le comentó uno de los acompañantes. Se quedó impactado. “¿De qué va esto?”, se preguntó.

Un grito de auxilio

Lo desconocía, pero estaba iniciando una estrecha relación con China, país que ayer celebró el Año Nuevo, dedicado al perro, símbolo de la amistad, la lealtad y la fidelidad, afectos que hoy unen a este gestor hotelero con esta nación asiática y varios de sus dirigentes. En ese mismo instante le pidieron 130 habitaciones para ocupar tan solo veinte días después; pero acababa de empezar la temporada alta turística en Canarias y los 1.136 dormitorios estaban reservados desde hacía tres meses. “Pero a un empresario chino nunca debes decirle que no, debes plantear la dificultad y demostrar tu predisposición a resolver su inquietud”, apunta Morales.

El misterio era latente en la conversación, ya que ninguno de los representantes chinos desvelaba el por qué de su necesidad y además pidieron conocer las instalaciones del hotel. “Solicitaron ver la suite presidencial y, en ese momento, al grupo de cuatro personas se unieron doce más, que ya habían estado analizando el establecimiento”, recuerda Morales, “y allí mismo me pidieron celebrar una reunión confidencial”. Y se descubrió el secreto: allí se hospedaría Xi Jinping, presidente de la República Popular China, y su séquito, durante una escala técnica que el mandatario haría en Gran Canaria durante los días 23 y 24 de noviembre procedente de una gira por Sudamérica.

“Nos pidieron que por favor acogiéramos al mandatario chino porque, de forma imprevista, se quedaron sin alojamiento y buscaban rápidamente una alternativa”, explica el director del Costa Meloneras. Se quedó perplejo por la propuesta; estaban pidiendo ayuda, “no un simple servicio de hospedaje”. Entraba entonces en juego el sentido de la responsabilidad. “No solo suponía un prestigio para el Grupo Lopesan alojar a un representante internacional tan destacado, sino para Gran Canaria, Canarias y España; porque es muy importante que ante un país socio estratégico demos lo mejor de nosotros mismos”, agrega. Y tras recibir el sí definitivo de la compañía, aceptó. Lopesan había puesto toda su carne en el asador.

Se inició entonces una carrera a contrarreloj para organizar la estancia de varios cientos de personas y el desvío de 130 habitaciones a otros establecimientos. Y a ese desafío se sumaba el reto de conjugar la estancia presidencial con el alojamiento de 2.000 turistas. Solo quedaban veinte días y había que organizar hasta el más mínimo detalle para tener a punto el operativo que acogería a Xi Jinping. “Normalmente este tipo de trabajos se realiza con cuatro o cinco meses de antelación”, indica Morales.

Desde el principio, la organización fue consciente de que durante veinte días “no íbamos a tener vida personal ni social”. Pero la ilusión superaba a la desgana, porque se avecinaba una de las experiencias profesionales y personales más esperadas. El despacho de David Morales comenzó a ser sede de reuniones de coordinación entre los gobiernos chino y español. “Todo se canalizó a través de la dirección, no teníamos margen para trabajar en varios equipos”, puntualiza, “todo tenía que salir perfecto y, por suerte, confiaron plenamente en nosotros”.

La seguridad se erigía como el principal hándicap a resolver dentro del hotel. En la puerta de acceso a la suite presidencial la organización tuvo que construir un tabique para colocar una puerta falsa que evitase que los turistas identificasen el acceso a la habitación. Ésta quedó bloqueada en las plantas superior e inferior y a ambos laterales a una distancia de 30 habitaciones, de forma que el bloque central quedó como un búnker, al que se accedía a través de escáneres y arcos de seguridad. Pero, por si fuera poco, en el tejado aguardaban varios francotiradores y el responsable del servicio técnico debía acompañar siempre al presidente en el ascensor, por si surgiera algún contratiempo. “Mirábamos el piloto del ascensor con desesperación; nunca se para, pero siempre cabía la posibilidad de que se cumpliese la Ley de Murphy”, recuerda.

El Gobierno se suma a la cita

Siete días después de activar la maquinaria, el Gobierno español solicita otras 20 habitaciones en el establecimiento. La vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaría se reuniría con el mandatario chino. “Fue un desafío que se celebrase aquí una reunión de máximo nivel institucional”, relata Morales, así que el hotel comenzó a habilitar la sala Ambassador para la ocasión. Un cortinaje rojo, como la bandera china, presidió el espacio. Enseñas oficiales, butacas señoriales o una decoración floral cuidada fue suficiente para convencer al embajador chino. “David, no toques nada más”, fueron sus palabras. Quedó encantado.

La visita de Xi Jinping fue un sacrificio que se sobrepasó con ilusión. “En ningún momento estuvimos tensos, solo muy involucrados”, afirma David Morales. El encuentro no solo sirvió para cohesionar al equipo de Lopesan Costa Meloneras, sino para que éste aprendiese además diversas cuestiones protocolarias. “Xi Jinping se marchó físicamente del hotel a las 17:00 horas del 24 de noviembre, pero realmente no lo abandonó hasta las 18:30 horas, cuando el avión llevaba treinta minutos volando”, explica el directivo, “por diplomacia, el país anfitrión deja de prestar los servicios de cortesía de seguridad a la media hora de haber despegado y mientras tanto, desde el hotel debíamos estar alerta y operativos por si por cualquier motivo el avión tuviese que regresar”.

Los recuerdos de la celebración de este evento se acumulan. Al fin y al cabo no fue un evento cualquiera. Sin embargo hay uno que para David Morales prevalece sobre el resto. A instancias del propio Xi Jinping, tuvo la oportunidad de conversar con él antes de abandonar el hotel. “Que te digan que uno de los dos hombres más poderosos del mundo quiere hablar contigo, desde luego impone”, confiesa, “me hizo mucha ilusión que nos agradeciera la labor realizada en tan poco tiempo”. Y además, Xi Jinping hizo algo que no es habitual en él: permitió recoger este momento a través de un vídeo, imágenes que Morales conserva con orgullo.

Y el agradecimiento no quedó aquí. De hecho, China ha ganado un amigo canario, al que posteriormente invitó a una recepción oficial en su embajada, y en una segunda ocasión para participar en el 68 aniversario de la República Popular China. Además le ha regalado un libro en seda sobre la historia de la Ruta de la Seda, “aunque los regalos materiales no son los más importantes”, asegura. Junto a ello, la Dirección General de la Policía le concedió la Cruz al Mérito Policial con Distintivo Blanco por su contribución para que el dispositivo de seguridad desplegado fuera totalmente satisfactorio. “No te lo crees, estás en una nube de orgullo y felicidad”, reconoce, motivo por el cual anima a “vivir cada momento como si fuera el último”.

Pero, ni de lejos, será el último. Morales estudia chino y proyecta viajar este año al país, donde estuvo en una ocasión. El esfuerzo del Hotel Lopesan Costa Meloneras, del equipo y de David Morales sirvió para conquistar a Xi Jinping y, con él, a todo el séquito que conforma la diplomacia china. Todo un reto.

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