Agua. Corren los barrancos y se anuncia tres nuevas borrascas. Meteorología prevé lluvias que dejarán hasta 60 litros por metro cuadrado en algunos munici-pios. Hay agua y se anuncia más. Las últimas precipitaciones han dejado estampas propias de la estación de lluvias. Una semana después, el agua sigue corriendo por los barrancos del norte grancanario. Este es una recorrido por los cauces hoy caudalosos del norte.

El barranco del Andén, en Valleseco, se ha transformado en uno de los lugares más húmedos de la Isla, donde el musgo cubre rocas y vegetación al pie del cauce. Las setas han brotado de los árboles convirtiéndose en los únicos moradores de enclaves únicos que duran pocos días. Gracias a las lluvias el agua ha bajado con intensidad por los barrancos de Risco Gordo, Agua, de la Virgen, Madrelagua, Incensal, Azuaje, Cuevecillas o el Charco Azul.

En la carretera de Valleseco a Artenara, antes de llegar hasta Pajaritos, está la entrada a la finca del Pinillo, propiedad de la Heredad de Aguas de Arucas-Firgas. Cerrada por una puerta de hierro y con varios carteles que advierten que se trata de un espacio privado se encuentra el inicio del recorrido. La Heredad siempre ha asegurado que la entrada está permitida siempre que se solicite permiso. "Hay que tener cuidado con los derrumbes que se pueden suceder por el camino", advierte el guardia.

En la misma curva de la entrada, una vereda esquiva el cierre para llegar hasta la pista forestal que recorre el barranco. El camino, con una anchura suficiente para que transiten vehículos 4x4, desciende haciendo eses unos 500 metros hasta llegar al fondo del barranco donde, con suerte, el agua recorre el caudal si ha llovido lo suficiente. Durante el recorrido se puede disfrutar de las vistas de todo el barranco, que desciende hasta llegar al barrio vallesequense de Valsendero. Este barranco agua arriba es conocido como de Crespo y, agua abajo de la Virgen, adquiriendo distintos nombres a lo largo de su descenso hasta desaguar junto al barrio de San Andrés en Arucas.

La vegetación es abundante y diversa durante el camino. La niebla suele pasearse por estos rincones, conocidos por la humedad y el frío que captan. Al llegar al fondo, camino arriba, se encuentra el Caidero de Marrero, que gracias a las últimas lluvias ha descargado más agua de lo habitual. En Valleseco se llegaron a registrar 112 litros por metro cuadrado durante las primeras precipitaciones del mes de febrero. Aunque el agua que corre por sus barrancos viene de más arriba, las fuertes lluvias de las semanas pasadas han propiciado que el verde predomine en todos los valles.

Siguiendo el camino hacia abajo se llega hasta las cuevas del Andén, que pese a que pudieron ser inicialmente aborígenes, en la actualidad se encuentran muy alteradas. El conjunto de las cuevas se estructura en tres sectores. El primero de ellos está al pie del camino del barranco y la forman unas 9 cuevas. Estas fueron utilizadas como oficinas de los guardas de la Heredad antiguamente. Al segundo conjunto está compuesto por otra serie de cuevas, algunas con construcciones históricas adosadas. En estas se encuentra la casa-cueva del pastor de la Heredad, que conserva aún instrumentos del pastoreo. Estas cuevas han tenido varios usos a lo largo de la historia, pero son un aliciente para visitar el barranco antes de llegar a Valsendero.

Valleseco es uno de los últimos rincones de Gran Canaria donde muchas mujeres aún lavan la ropa a mano en los lavaderos. Gladia Arencibia aprendió la labor con apenas siete años. "Me enseñó mi abuela para que la ayudase cuando era una muchacha", explica Arencibia, que ayer acudió a su lavadero, en la calle de los Cascajos. "No es lo normal", matiza la mujer, de 55 años. La abundancia de agua ha hecho que el agua corra por los lavaderos de Valleseco todos los días. "Solemos reunirnos los viernes, porque el agua suele bajar los lunes, miércoles y viernes, pero se ve que hay agua de sobra estos días", desveló Arencibia, que aprovecho que estaba "el grifo abierto" para lavar unos trapos.

Arencibia se toma lavar la ropa como un arte. "Primero tenemos que bloquear el desagüe, para que se llene hasta arriba y no se pierda el jabón", detalla. Lo único que ha cambiado con los años en el ritual de Arencibia es el jabón. "Antiguamente usábamos el de lagarto", aseguró. A medida que sube el nivel del agua Arencibia coloca un saco de plástico sobre el tope para que se llene hasta arriba. "Si vas a lavar mucho se prepara todo antes, pero como voy a limpiar tres cositas tampoco hace falta montarlo todo", explica. Al poco de comenzar a frotar, aparece otra vecina, Juana, que viene con una bolsa con ropa blanca para lavar.

"Aún lavamos a mano cinco o seis mujeres en Lanzarote", reveló Arencibia. Tanto ella como Juana resaltan lo bien que queda la ropa blanca lavada a mano. "Es agua de lluvia, sin productos, con lo cual todo queda más blanco, a mí me encanta", asegura Arencibia. Las mujeres aprovechan que el lavadero corre para adelantar. "El viernes sí que nos juntamos unas cuantas aquí", declaró Juana. Las mujeres aseguran que el agua baja a buena temperatura. "Hay veces que está hasta calentita", señaló Arencibia.

El oficio de lavar a mano se está perdiendo. "Yo lo prefiero a las lavadoras, pero aunque enseñé a mi hija, ella lo lava todo a máquina", lamentó la mujer. "No se ve gente joven haciendo estas cosas ya", añadió. "Mi hijo no quiso ni saber del tema, como es normal", explica, "pero la ropa queda mejor cuando se lava a mano, no hay comparación, este agua hace que los tejidos no pierdan ni color ni su calidad". Ambas recuerdan épocas pasadas cuando se juntaban hasta una treintena de mujeres en los lavaderos. "Había que hacer cola para poder lavar, nada que ver con hoy día", manifestó Arencibia. Con la llegada de las borrascas, el agua no faltará en los lavaderos de Valleseco durante las próximas semanas. "Mucha agua tiene que haber para que no se corte", sentenció la mujer.