"Caras descompuestas, decenas de vuelos desviados o cancelados, voces quebradas, nervios y un controlador aéreo en Urgencias son las consecuencias de la inédita situación vivida el domingo pasado por la tarde en el Centro de Control Aéreo de Canarias", relatan los controladores aéreos del aeropuerto de Gran Canaria en su publicación oficial de alcance nacional controladoresaereos.org.

El escrito, contado por un controlador testigo de lo ocurrido, pone de manifiesto como la situación degeneró, creando un ambiente de estrés no conocido por los controladores canarios.

"Algo antes de las tres, la sala de briefing del Centro de Control se iba llenando con el personal del turno de tarde, como cada día, para esperar a que uno de los supervisores salientes les informara de las condiciones bajo las que iban a trabajar", se recoge en el texto.

Añade que "saludos, bromas y chanzas como es habitual se cortan en seco en cuanto un controlador aéreo del turno de mañana con la cara descompuesta entra en la sala". El controlador les informa que los supervisores no pueden acudir y que "la situación es muy muy seria". "Id entrando en silencio y relevad ordenadamente", les insta.

Al entrar en la sala de control, los controladores del turno de tarde hallan "un panorama desolador". Esto se traduce en "un muro de personas delante de cada pantalla, la zona de la Jefatura de Sala llena de gente con caras de preocupación y carreras entre los sectores de ruta y aproximación". La situación es tal que algunos de los controladores del turno de mañana prorrogan su jornada y se quedan "hasta pasadas las cinco de la tarde".

Las circunstancias parecían serias hasta ese momento, pero aún empeorarían más. "Ya por la mañana había habido muchos problemas en los aeropuertos de Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria, pero nada podía preparar a los controladores del turno de tarde para lo que se les venía encima", escribe el controlador en controladoresaereos.org.

Apunta que "rápidamente, el sector de aproximación a Gran Canaria se satura de aviones, a los que se suman los que están siendo desviados de los aeropuertos occidentales, provocando que tres pilotos se declaren cortos de combustible y otro declare directamente emergencia/MayDay. El controlador a cargo del sector no da crédito, teniendo que explicarle a los pilotos que no puede darles prioridad por mucho que quiera, al ser varios en la misma situación".

Paralelamente, Lanzarote y Fuerteventura continúan en estado crítico. "Los pilotos no pueden realizar la aproximación al aeropuerto de Lanzarote por la baja visibilidad, empezando a frustrar y a amontonarse en las esperas", resalta.

En medio de estas circunstancias, llega lo que el narrador define como "el caos". "Los aeropuertos de La Palma, Tenerife Sur y Tenerife Norte se quedan inoperativos. Los vuelos se desvían hacia Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura, añadiéndose a los que ya estaban allí. Gran Canaria se queda sin parkings y Fuerteventura también, haciendo que en un momento dado nueve aviones estén dando vueltas al norte de Lanzarote sin poder entrar en Lanzarote ni dirigirse a ningún otro aeropuerto", explica.

Ante esto, sucede "lo nunca visto: los supervisores llaman a los Centros de Control de Casablanca y Lisboa para declarar el rate cero". Esto significa que "Canarias no acepta un sólo avión con destino a sus aeropuertos. Y empiezan a producirse desvíos impensables: aviones que tienen que aterrizar en Marrakech, Agadir, Faro, o volverse al aeropuerto de origen".

"Nervios, gritos, y los supervisores corriendo de teléfono en teléfono coordinando con los aeropuertos para que hagan hueco como sea para los aviones que están en el aire. En Gran Canaria consiguen habilitar la plataforma militar para acoger algunos vuelos. En Fuerteventura van coordinando uno a uno los parkings que va dejando libre cada avión que despega. La fraseología estándar y los procedimientos saltan por los aires y en pocos minutos la situación pasa de muy grave a extrema, con pilotos y controladores hablando de tú a tú entre ellos para ver cómo hilvanar manualmente ese inmenso puzzle en el que cada vez iban quedando menos piezas disponibles", narra el controlador.

Para que se entienda mejor lo sucedido, explica que "el tiempo, en aviación, significa combustible". Por tanto, "los controladores empiezan a chequear con los pilotos el combustible que les queda en sus aviones para hacerse un esquema mental de las posibles secuencias de acciones a tomar". Afortunadamente, en medio del caos "se abre un rayo de luz". Un supervisor grita: "Tenerife abierto!"

En ese momento, "los controladores empiezan a informar a los pilotos en su sector de la posibilidad de dirigirse a Tenerife Sur, opción que varios aceptan aliviando en cierta medida la sobresaturación de los demás sectores".

Es aquí cuando se produce un nuevo problema. "Cuando parecía que la situación estaba en vías de solucionarse, otro fallo de previsión golpea a los controladores a cargo del sector de la aproximación a Tenerife Norte y Tenerife Sur, que ven estupefactos como una ristra de aviones van despegando de los aeropuertos canarios hacia allí mientras que otra pelota de aviones llegan por el oeste. No caben. Se paran todos los despegues destino Tenerife Sur y los aviones van incorporándose a los circuitos de espera, esta vez sobre la isla de Tenerife, esperando su turno. Un piloto, desesperado, se queja amargamente de que lleva siete horas volando, ha sido desviado a Gran Canaria, y ahora tiene que esperar de nuevo. La contestación del controlador es desoladora: no hay parking en Tenerife para él de momento".

El caso se resuelve, porque "asados unos minutos interminables y después de varias gestiones, el mismo controlador informa al piloto de que va a ocupar el último parking disponible". La alegría del piloto se expresa en la respuesta con que acoge el mensaje del controlador: "I could kiss you right now", es decir, "podría besarte ahora mismo".

El controlador termina su relato de la complicada tarde con un resumen: "Una tarde sin precedentes en el espacio aéreo canario, en el que un grupo de aguerridos profesionales se vieron llevados al límite, y en la que tanto pilotos como controladores aéreos salvaron una papeleta imposible y por momentos preocupante, y por la que deberían sentirse tremendamente orgullosos. En cuanto se recuperen, claro".

Esa referencia a la recuperación alude, sin decirlo explícitamente, a que un compañero tuvo que ser atendido por el servicio de urgencias.

Solo cabe esperar que el nuevo episodio de borrasca no traiga consigo un nuevo caos aéreo.