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Entrevista | Reyes Martel

"Es en los jóvenes donde seguro se puede alcanzar la reinserción"

"Hay casos terribles que se podrían haber evitado, por eso hay que sumarse al Camino de los Valores", destaca la magistrada de Menores

La magistrada Reyes Martel en la puerta de la iglesia de Santiago de La Coruña el pasado viernes. A. VILLULLAS

¿Qué espera conseguir en los chicos con la experiencia del Camino de los Valores?

Intentamos promocionar los valores. Desde que los menores entran en los juzgados ellos tienen encima un equipo de psicólogos y técnicos. Son quienes nos dicen que este chico o chica necesita promover los valores, porque por las circunstancias que sea nunca los han aprendido o bien necesita recordarlos. Muchos han nacido en situaciones donde nunca han oído hablar de respeto, por ejemplo. Y desgraciadamente, ya no hablo solo de familias desestructuradas, si no de otras normalizadas que por el tipo de vida que tienen lo que hacen es cosificar el afecto. Pensamos que la falta de comunicación se suple con bienes materiales.

¿Qué consecuencias tiene esta cosificación del afecto?

Muchos adolescentes piensan que el mundo es tan sencillo como que quieren esto y lo tienen, y si no se lo dan se enfadan y lo consiguen. Les hacemos un flaco favor, la vida no es fácil y tienen que tener capacidad de frustración, saber que a veces perderás y en ese caso tendrás que tener fuerzas suficientes para levantarte. Y son conceptos que se aprenden en experiencias como esta del Camino de Santiago, que lo hemos rebautizado como De los Valores.

¿Se ha notado el cambio generacional en los últimos años?

Se ve de forma generalizada como un problema de base. Años atrás los jueces de menores veíamos este tipo de problemas localizados en familias desestructuradas. Pero es que ahora, jóvenes que tienen una supuesta vida genial llegan a los juzgados, en muchos casos con la sorpresa mayúscula de los padres. Y son situaciones complicadas que surgen y se cronifican en la intimidad familiar.

Son problemas que se tapan

Claro, no se da la importancia por ser tu hijo o hija. Piensas que puedes controlarlo, te da vergüenza contarlo, pero va creciendo y se cronifica. Lo que pretendemos hacer ver con #UP2U y el Camino de los Valores es que todos los problemas como la violencia de género, los abusos sexuales o el escolar vienen porque normalizamos una falta de principios y de valores.

¿Son los padres conscientes?

Muchas veces son peores los padres que los niños, lo veo todos los días en el juzgado. En un momento determinado, el menor reconoce lo que hizo. Cuando somos niños tenemos la capacidad de rectificar y eso se pierde con los años. En cambio los padres llegan entoncs, y este le dice "pero tú que dices". Como ellos no son capaces de reconocer sus errores, creen que sus hijos son perfectos y no pudo hacer eso. Estamos siempre generalizando claro, porque hay padres que apoyan a sus hijos y aceptan que se han equivocado.

¿Los adultos podemos aprender de estos adolescentes?

Claro, ellos son como arbolitos y estamos a tiempo de ponerles un apoyo y enderazarlos, con nosotros esto no es posible. Todas esas ganas de vivir que tienen. Porque a pesar de lo mal que lo han pasado son jóvenes y pueden sacar las energías suficientes. La ilusión, saben encontrar el rincón de dónde rescatarla. Nosotros ese sitio lo hemos convertido en un cuarto oscuro. Además, ves la diferencia cuando tomas declaración a un adulto y se la tomas a un menor, ellos tienen confianza en ti, pero nosotros hemos perdido esa capacidad.

Hay quien cuestiona si este tipo de medidas son las mejores para un menor que ha cometido un delito. ¿Qué les diría a esas personas?

Esto sí es un castigo, tienen una obligación que cumplir. Con mucho contenido, se trata de una manera de aprendizaje. Son cosas que los adultos hemos aprendido gradualmente a lo largo de nuestra vida, seguramente con mejor suerte que muchos de ellos. En un breve espacio de tiempo vamos a enseñarles esos valores. Si solo fuera castigo y no aprendizaje seguiríamos en las mismas. Y lo que se busca es que no reincidan. En este tipo de medidas reflexionan. Les enseñas que todos vamos a ser responsables de lo que hagamos mal. Si no lo hacemos tendremos una sociedad marginal. No habremos solucionado ningún problema sin educación. En esta etapa es posible que cambien y se alejen del abismo. Porque, si se puede hablar de reinserción, ahora que está tanto en debate, donde seguro la encontraremos es entre los jóvenes.

¿A dónde les gustaría llevar el Camino de los Valores?

Para mi esto es un problema de base y por eso hacen falta actividades como esta donde chicos de medidas judiciales, en desamparo o familias con hijos cambien el chip. No queremos que sea un momento puntual, por eso queremos promover la iniciativa en institutos o escuelas, asociaciones de padres. El camino de Santiago es como la vida misma, aprendes a caerte, a levantarte, a valorar a quienes están a tu alrededor.

¿Cómo se le ocurrió a su organización esta iniciativa?

Se trata de un problema de toda la sociedad. Y eso se ve así en Europa, nosotros vamos muy atrás en esto, son conscientes que al ser menores se pueden hacer muchas cosas y podemos ayudarles. Después depende de cada uno que utilicen esas herramientas. Y si crees que tu familia es perfecta, tus hijos no viven en una burbuja. Me recuerda al caso de Iván Robaina. Un chico con una vida normalizada que se encontró una noche con otro que había tenido una historia terrible y sucedió aquel terrible suceso; y no le justifico, porque ha estado pagando su condena, la cual va más allá de la pena de prisión, su vida estaba marcada desde mucho antes de lo ocurrido. ¿Podría haberse hecho algo previamente? Creo que sí. Por eso sumarse al Camino de los Valores es curarse en salud.

En octubre realizaron por primera vez esta experiencia en el camino canario de Santiago ¿Ha sacado conclusiones?

Muchos de los jóvenes que fueron nos han pedido volver a participar y les hemos hecho un hueco. Por otro lado, se crearon vínculos. Recuerdo el caso de un chico con medidas de libertad vigilada que en el camino se encontró con un matrimonio que vive en su mismo barrio. No se conocían de nada, empezaron a hablar, y recalco que nadie que hace el Camino sabe cuales son los chicos con medias, fue él mismo quien se los contó. El resultado de aquella experiencia es que los tres se van de senderismo prácticamente cada fin de semana. Por eso espero que en este camino surjan cosas positivas. Se creen amistades entre chicos y chicas de distintas comunidades autónomas. Por eso, el Camino puede ser un rescate de valores y un punto de encuentro.

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