Del blanco a los tonos ocres y de ahí a la ruina, el olvido y la desidia. Primero llegan las pintadas en las paredes, luego la carcoma acaba con lo que queda de la carpintería, en el campo las aulagas toman dominio del lugar, en la ciudad aparecen los indigentes que cuando tapian las ventanas se cambian de sitio y, por fin, un día la picareta arrasa con lo que quedaba de aquel vestigio de una arquitectura y una forma de vida.

Esta es la historia de centenares de casas, molinas, almacenes y demás ingenios constructivos que forman parte de la memoria insular. Más allá del mero ejercicio de nostalgia, un simple paseo por Arrecife y el resto de la Isla pone de manifiesto que Lanzarote no ha sabido cuidar la mayor parte de su patrimonio y mucho menos ponerlo en valor para darle un uso acorde con los tiempos que corren.

Arrecife es la capital del olvido y el derribo. El debate sobre el futuro del patrimonio se ha reavivado tras la reciente aprobación del catálogo patrimonial por parte del Ayuntamiento, un documento que incluye un total de setenta elementos (a los 69 que ya figuraban se añadió el rincón del Aguaresío, junto a la ribera del Charco de San Ginés). Aquel día, el propio alcalde, Enrique Pérez Parrilla, reconocía el escaso empaque de listado. Nada extraño en una ciudad donde en plena Calle Real se puede contemplar una fachada constituida por escaleras mecánicas.

El repaso de las páginas de Tesoros de la Isla, libro de Santiago Alemán con dibujos de hace una década, permite comprobar la triste evolución de algunos de estos inmuebles. Hay que recordar que el informe del Cabildo de Lanzarote emitido de cara a la primera aprobación del catálogo municipal en 2006 resultó demoledor, pues se decía que en cierto modo se desprotegía aún más determinados elementos. Dos años más tarde, el servicio insular de Patrimonio vuelve a remitirse al citado texto. Además, las instituciones públicas siguen sin poner sobre la mesa una política de actuación a medio y largo plazo más allá de la mera protección.

INDEMNIZACIÓN. En realidad, las escasas puntualizaciones de carácter técnico que emanan del Ayuntamiento apenas sí sirven para otra cosa que para añadir mayor incertidumbre sobre la cuestión.

Así, el informe de la Oficina Técnica previo a la aprobación plenaria del catálogo señala "la conveniencia de llevar a cabo el estudio de aquellas acciones necesarias para materializar los objetivos fijados en el proyecto de modificación tramitado. No debemos dejar de afrontar en este aspecto", agrega, "que las ordenaciones que impusieran vinculaciones o limitaciones singulares que lleven consigo una restricción del aprovechamiento urbanístico del suelo que no pueda ser objeto de distribución equitativa entre los interesados podría conferir derecho a indemnización".

Y más allá de los asuntos de fondo, sobre el procedimiento seguido para la aprobación del catálogo también han existido dudas, como las manifestadas por la Dirección General de Urbanismo de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación Territorial del Gobierno de Canarias.

"La formulación de este catálogo como instrumento autónomo no es correcta, ya que no se ha limitado a completar el catálogo integrante del planeamiento sino que lo modifica, ya que se están alterando grados de protección e incrementando el número máximo de plantas en algunos edificios de los catalogados. Por tanto", concretan los técnicos del departamento, "se entiende que la tramitación correcta sería la modificación puntual del Plan General".

El estado del patrimonio no mejora precisamente cuando se sale de los límites de Arrecife. El reguero de casas e instalaciones ruinosas, algunas de ellas de una belleza que ya sólo se intuye, parece interminable. Sus siluetas, ahora casi fantasmales, son el producto de una arquitectura adaptada a la orografía, los medios y los materiales disponibles, el clima y la vida. Es lo que hoy se llamaría sostenibilidad, la palabra de moda. Palabras nunca faltan en Lanzarote.