La presencia en Lanzarote de Aminatu Haidar ha despertado una gran corriente de simpatía que en muchos casos se traduce en un apoyo tangible y directo. Es el caso, por ejemplo, del director del Hospital Insular, Domingo de Guzmán, que ha acudido regularmente al aeropuerto de Lanzarote para controlar el estado de salud y la evolución general de la activista saharaui. Lo mismo puede decirse de dos masajistas que prestan sus servicios para mitigar en la medida de lo posible los crecientes efectos de la huelga de hambre, soportada por una mujer que arrastra una úlcera sangrante, serios problemas de visión, dolores en la espalda o en un brazo, todo ello dentro de un marco general de debilidad. Su familia y parte de su entorno le han pedido precisamente por ello que se replantee su huelga de hambre, pues ya es bastante esfuerzo para ella estar tirada a tiempo completo en la terminal de salidas. Pero ella, al menos por ahora, sigue adelante sin dudarlo. G. C. Reyes