El cuero unió hace 32 años al matrimonio uruguayo formado por Miguel Puig y Marcia Cedrés, y desde entonces no se han separado. Esta pareja, residente desde hace siete años en Lanzarote, se casó a los tres meses de conocerse en la fábrica de marroquinería Sinaí de Montevideo, donde él era ayudante de modelista de carteras y ella armaba los bolsos que salían de ese taller para empresas americanas.

El flechazo en Sinaí, nombre del monte en el que, según la Biblia, Dios entregó la tabla con los Diez Mandamientos a Moisés, acabó en boda en el altar de la iglesia montevideana Jacinto Vera, nombre del primer obispo de Uruguay y descendiente del municipio lanzaroteño de Tinajo, historia que Miguel y Marcia entonces desconocían.

La búsqueda de sus raíces les trajo a la isla conejera, donde han investigado el parentesco de Miguel con el reconocido doctor de Teguise Alfonso Spínola, fallecido en Uruguay a principios del siglo XX.

Ni Marcia ni Miguel han abandonado su pasión por el cuero ni las pieles, y en su taller de Playa Honda sacan adelante la producción de sandalias que luego venden en los mercadillos de Teguise y Haría. A diario confeccionan entre diez y quince pares que comercializan al precio de entre 25 y 30 euros.

"Mi marido nació para los zapatos. Desde los 14 años ya estaba metido en este oficio. Su madre hacía las muestras para fábricas de Norteamérica y Canadá y así fue como aprendió", aseveró Marcia.

La pareja montó la fábrica Artecuer en Uruguay, que estuvo abierta entre 1985 y 1997, desde la que surtían de calzados hasta la mismísima tienda en Montevideo de la marca italiana de lujo Gucci. "Con los pedidos de Gucci aprendimos a trabajar el charol", explicó Miguel.