Toña González estaba ayer desanimada y bastante cansada. "No tenemos ayuda de casi nadie y los alimentos cada vez escasean más", señala esta mujer que cada viernes se encarga de repartir las bolsas de comida entre las muchas familias que se acercan hasta la parroquia de Altavista.

"Se me parte el alma cuan-do veo a entrar a muchas mujeres con sus niños para que les demos cualquier tipo de comida porque no tienen na-da que echarse a la boca", señala.

Toña, como la conoce todo el mundo en el barrio, se acerca a donde haga falta para buscar alimentos. Una rutina que le lleva a recorrer tiendas y supermercados en busca de los excedentes y de las donaciones que semanalmente les entregan.

Sin embargo, la comida es cada vez más escasa. "Estoy cansada de pedir", afirmaba ayer después de haber logrado apenas dos cajas de papas. "El cura me dio esta mañana 150 euros para comprar arroz y aceite porque apenas tenemos nada en nuestras despensas", señala.

Toña se pregunta adónde van a parar los alimentos que se entregan en muchas de la romerías de la Isla, "porque que yo sepa a las parroquias no ha llegado nada este año". Mientras expresa sus dudas sobre el paradero de estas ofrendas, Toña prepara una bolsa con azúcar, arroz y aceite. El hambre aprieta.