Las vacaciones de una semana de un grupo de 120 universitarios de Bruselas (Bélgica) en la isla de Lanzarote se han convertido en un auténtica pesadilla para muchas de las familias de los jóvenes implicados, el Cabildo lanzaroteño, la compañía de bajo coste Ryanair y varios establecimientos turísticos de la Isla.

Los alumnos, con edades entre los 20 y 22 años, procedentes de varias universidades de Bruselas (entre ellas la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de San Luis), llegaron en dos grupos a la Isla los pasados días 27 y 29 de enero para pasar una semana de vacaciones en las zonas turísticas de Puerto del Carmen y Costa Teguise.

En Puerto del Carmen el recuerdo que dejan los universitarios en este núcleo turístico está salpicado de escándalos nocturnos, destrozos en los apartamentos donde se alojaron y visitas de la Policía Local de Tías a altas horas de la noche por los ruidos y alboroto que se organizaban en las habitaciones.

Pero las vacaciones se truncaron del todo cuando apenas quedaban unos minutos para que el vuelo FR8175 de la compañía Ryanair con destino al aeropuerto de Chaleroi despegara pasadas las diez de la mañana del sábado. En el avión todo transcurría con normalidad hasta que los jóvenes fueron alertados de que a cuatro de sus compañeros se les impedía viajar por un altercado en el mostrador de facturación.

"Cuando el vuelo ya estaba cerrado llegó un grupo de 20 jóvenes haciendo escándalo con un megáfono y les hicimos el favor de dejarlos pasar siempre y cuando abonaran el exceso de equipaje que no pudieron facturar", señalaba ayer una de las personas que estuvo en el mostrador de facturación.

Y ahí fue cuando se armó una trifulca en la que algunas fuentes hablan de empujones, escupitajos e insultos al personal de tierra de Ryanair. Y la pólvora estalló en el avión. Los estudiantes decidieron hacer caso omiso a las indicaciones de las azafatas para que ocuparan sus asientos antes de despegar. "Decidimos que el avión no salía sin nuestros compañeros", aseguraban los alumnos en la terminal.

Un motín que obligó al comandante a solicitar la intervención de la Guardia Civil para que desalojara todo el pasaje hasta que se solventara este grave problema de seguridad. Una evacuación que fue más o menos pacífica y sin detenciones.

Vigilados de cerca por efectivos de la Guardia Civil los jóvenes llevan varios días en la terminal del aeropuerto conejero a la espera de regresar a su país. La solidaridad mal entendida les ha salido demasiada cara.