El Archipiélago Chinijo es el lugar elegido por la pardela cenicienta para tener a sus crías durante el verano. En estos días, explicó el biólogo y responsable de proyectos del Fondo Mundial para la Conservación de la Naturaleza (WWF / Adena), Alexis Rivera, "entre 10.000 y 12.000 parejas de esa ave marina en Alegranza y entre 200 y 300 en La Graciosa" están pendientes de sus polluelos en los nidos que han acondicionado, principalmente con palitos y algas, en agujeros y cuevas de diversos acantilados de esos islotes.

La protección de esta especie, cuya caza está prohibida, es fundamental para evitar la expoliación de las crías por par-te de los pardeleros, que ac-túan en esta época del año aprovechando la dificultad de los pollos para volar y escapar de la amenaza de los depredadores. La presencia de voluntarios de la organización con-servacionista en los islotes refuerza la vigilancia de esa fauna en la zona que realiza el personal del área de Medio Ambiente del Cabildo.

La especie permanece en Canarias entre febrero y noviembre, fecha en la que inician el vuelo a Brasil y Sudá-frica para luego regresar a Canarias a finales del invier-no. Rivera afirmó que "los pollos que nacen este año tar- dan entre cuatro y siete años en regresar y vuelven a criar en la misma cueva donde nacieron, si encuentran hueco, o en una cercana".

Campaña

El control de la pardela cenicienta forma parte del programa de voluntariado de WWF / Adena, que financia el Organismo Autónomo de Parques Nacionales. Hasta el momento han participado 75 personas desde marzo, mes en el que se inició la campaña de conservación, sensibilización y vigilancia, y se espera llegar a casi el centenar en septiembre, cuando está previsto que finalice esta iniciativa.

Además del control de la pardela, se ha instalado en el muelle de Caleta del Sebo un punto de información a los visitantes para difundir los valores naturales del Parque Natural del Archipiélago Chinijo. Por otro lado, se está llevando a cabo una limpieza del litoral de La Graciosa y Alegranza, labor que ha permitido retirar hasta el momento 500 kilos de basura, entre los que se han recogido plásticos, maderas, cristales, cuerdas, boyas y hasta desperdicios de alimentos procedentes de embarcaciones que pasan por el norte de Lanzarote, una contaminación que amenaza la vida en el medio marino, dijo Rivera.

Más un millar de voluntarios de Canarias y la Península han formado parte desde 1998 del campo de trabajo en el Archipiélago Chinijo.