No te preocupes, Alicia. No voy a dejarte sola en La Graciosa porque sé que volveré a esta isla". Fueron las últimas palabras de Iván L. B. al cruzarse en la mañana de ayer en una de las calles de Caleta de Sebo con la concejala del Ayuntamiento de Teguise delegada para La Graciosa, Alicia Páez, antes de subirse al barco que lo trasladó, acompañado por tres guardias civiles, hasta Lanzarote. "Iba bastante tranquilo", comentó Páez.

Iván tenía claro que regresaría a su paraíso en el que dice sentirse "casi como un rey". Unas ocho horas después de permanecer en Lanzarote, el joven volvió a pisar el jable de La Graciosa y a encontrarse con la vida de Caleta de Sebo. "En la isla me quieren como si fuera un hijo para ellos y les estoy muy agradecido. Allí tengo muchos amigos y no quiero perderlos nunca", afirmó Iván mientras se fumaba impaciente un cigarrillo a las puertas de los juzgados de Arrecife a la espera de entrar en la sala de vistas para hablar con la juez. Acababa de acudir a la consulta del forense.

"Tengo una memoria prodigiosa. El médico me preguntaba cosas sobre mi vida y mi tratamiento y le contesté a todo lo que me iba diciendo. Al principio de la conversación me dijo que recordara las palabras manzana, caballo y una peseta. Al cabo de un rato me preguntó por ellas y se las supe contestar", explicó Iván orgulloso.

El muchacho, que se define como "un juglar que voy contando mi vida por ahí, cosas que me gustan", se muestra "optimista" con su futuro. Confiesa que aunque no sabe qué quiere hacer el día de mañana, porque su vida es "distinta cada día", está convencido de que "algo bueno está por llegar".

Cree que es "un chico con suerte" porque "me buscan un abogado que me sale gratis y es el Estado el que me lo paga". Se alegró de que la juez no haya ordenado su ingreso involuntario en un centro asistencial.

"Quiero ver la nieve"

"La juez me preguntó si quería estar en un centro y yo le contesté que no, que quería volver a La Graciosa, aunque después le sugerí que por qué no me dejaba ir a Madrid porque allí nieva y yo no he visto nunca la nieve".

Nada más poner los pies en Órzola tras bajar del todoterreno de la Guardia Civil que lo alcanzó desde los juzgados de Arrecife hasta el puerto norteño, Iván se reencontró con los marineros de las embarcaciones que cubren a diario los trayectos entre Lanzarote y La Graciosa.

No tuvo ni que preguntar por los horarios de los barcos porque se los conoce "de memoria". Es más, ya tenía hasta billete reservado para coger "el primero que saliera rumbo a La Graciosa cuando volviera de Arrecife".

Pocas veces se le escapa a Iván un niño al que dedicarle una sonrisa y un saludo, como hizo este lunes a las puertas de los juzgados y en la explanada del muelle de Órzola.

Con los perros también se muestra muy atento. De hecho, nada más llegar a Órzola, Iván se encariñó con el animal de unos pasajeros del que casi no se despega. Es más, un marinero se disculpó por la pequeña mordida que le dio su perro a Iván en la cara y éste le dijo que "no pasaba nada", que ni le dolió.