Desde que llegó a La Graciosa hace ya unas dos semanas, el deambular de Iván L. B. por los rincones y calles de jable de esa pequeña isla no pasa desapercibido para sus vecinos. "Todo el pueblo está pendiente de él en todo momento y aquí no nos acostamos ningún día sin saber cómo está", aseguró ayer María José Páez, auxiliar del despacho de farmacia de Caleta de Sebo, a donde el joven discapacitado grancanario de 18 años acude a comprar sus medicinas para tratar su discapacidad. Cada día debe tomarse las cuatro pastillas que le recetaron en el centro de salud y cuyas tabletas no cuestan más de cuatro euros al mes.

Muchos se preguntan de dónde obtiene Iván el dinero para costearse los viajes de una isla a otra si no percibe ningún tipo de ingreso económico. Gran Canaria, Tenerife, Lanzarote y ahora La Graciosa han sido sus destinos desde que cumplió la mayoría de edad el pasado mes de mayo y dejó de residir en un centro de menores.

El propio Iván ha comentado que el dinero se lo da "un amigo" o que le pagan los traslados. El pasado lunes no dudó en pedirle "cincuenta céntimos" a uno de los guardias civiles que lo acompañaban en los juzgados de Arrecife para pagarse el viaje en barco desde Órzola a La Graciosa. Prácticamente, casi todas las ocasiones en las que ha realizado la travesía entre ambas islas ha viajado gratis.

"De vez en cuando hay quien le da un donativo de cinco, diez euros... pero la verdad es que no tiene que comprar nada porque le damos todo lo que podemos", comentó María José.

Los gracioseros se desviven por Iván, al que no le falta un plato de comida, una ducha de agua caliente, ropa, calzado, tabaco para matar su vicio de fumador compulsivo ni videojuegos, una de sus obsesiones. Pero Iván necesita un techo bajo el que cobijarse, sobre todo de noche. "A nadie se le niega una ayuda, pero es muy triste que esté durmiendo tirado en la calle. El parque infantil es donde pasa más veladas. En La Graciosa nunca hemos tenido un caso de desamparo así. Las instituciones tienen que buscar una solución y acogerlo", reclamó María José.

Margarita Páez (Margarona), ex alcaldesa pedánea de La Graciosa, todavía no se ha cruzado con Iván por la calle, pero la pasada jornada se ofreció "a hablar con el político que haga falta para que lo pongan en un centro".

De cumpleaños

Poco tiempo después de regresar en la tarde del pasado lunes a La Graciosa tras someterse a un reconocimiento por parte de un médico forense y declarar ante la juez en Arrecife, Iván fue invitado al cumpleaños de una joven graciosera. "Estaba contento por haber vuelto a la isla, pero al rato lo vieron llorando por la calle", manifestó una vecina de Caleta de Sebo que prefirió no desvelar su identidad.

Ayer Iván, "muy guapo, con pantalón de vestir negro y camisa negra con rayas en blanco", acudió a almorzar a casa de otra graciosera, con la que se desvivió en agradecimientos por la comida que le dio.

Una de las profesoras del colegio Ignacio Aldecoa de La Graciosa apuntó que Iván ha intentado en más de una ocasión entrar en ese centro para jugar con los niños, pero se le ha impedido el acceso porque "no es un lugar para que él esté aquí".

El párroco de Caleta de Sebo, Agustín Lasso, destacó de Iván su capacidad "para entablar conversación con la gente" y añadió que "cada vez que el joven regresa a La Graciosa llega como un triunfador. Sabe que en la isla se le quiere mucho". El domingo pasado le confesó que no quiere estar de nuevo internado y que "pasa miedo cuando está sin compañía por las noches".

Lasso le regaló una flauta del salón parroquial, con la que Iván interpretó algunos temas, que, según él mismo indicó, había creado. El cura puso a su disposición las duchas de la casa anexa a la iglesia para que se aseara cuando quisiera.