Fue horroroso". La lanzaroteña Tere Curbelo asegura que todavía no ha asimilado las horas de angustia y pánico que vivió junto a su marido y su hijo de 8 años a bordo del crucero Concordia que naufragaba frente a la isla de Giglio en el centro de Italia. Lo que iba a ser un placentero viaje por el Mediterráneo en el que era su primer crucero se convirtió en una auténtica pesadilla.

"El momento más duro fue cuando me separé de mi marido y mi hijo después de que nos empujaran cuando todo el mundo corría de un lado para otro para salvarse", asegura desde Barcelona donde espera regresar hoy a Lanzarote, vía Madrid.

"Tuve la suerte de que unos pasajeros que conocimos durante el viaje se encontraran a mi marido y les dijese que yo estaba junto al bote de salvamento número 17", señala esta vecina de Teguise que trabaja como informadora turística en el Ayuntamiento de esta localidad.

Fue precisamente en ese bote en el que pudieron embarcar para la pequeña isla de Giglio. "Un camarero era el que se encargó de llevarnos hasta el muelle después de que estuviera esperando a recibir órdenes para echar el bote al agua". Pero lo cierto es que nadie daba órdenes. "Era un caos", indica.

Tere todavía tiene las imágenes de niños llorando, de mujeres embarazadas y de puñetazos entre algunos pasajeros por intentar hacerse con un chaleco salvavidas. "Yo me arrastré por el suelo para coger uno, aunque al final mi marido había tenido la sangre fría de subir hasta la planta octava donde estaba nuestra habitación para coger los tres chalecos y un abrigo para el niño", relata.

Una vez en tierra pasaron la noche en la iglesia de esta isla.

"La verdad es que todos sus habitantes se portaron de forma extraordinaria con nosotros y nos dieron de comer y mantas. Abrieron la farmacia, un pequeño hotel, era como si hubiese sido en Caleta de Sebo en la isla de La Graciosa", cuenta.

"El crucero lo organizamos con mucha ilusión porque todo el mundo nos había hablado de lo bien que se pasaba pero evidentemente ya no volveré a repetir", indicaba ayer. Tere insiste en que pasaron horas de terror por la pésima organización de las labores evacuación. "Estoy segura que cuando se me pase el susto empezaré a llorar", indica esta vecina de Teguise.