La isla de La Graciosa, situada al norte de Lanzarote, quedó aislada por segundo día este fin de semana después de que el fuerte viento del nordeste, con rachas que se incrementaron hasta los noventa kilómetros por hora, y olas que alcanzaron una altura de cinco metros, impidieran salir a la mar a las embarcaciones de las dos navieras (Líneas Marítimas Romero y Biosfera Express) que a diario unen los puertos de Caleta de Sebo y Órzola.

A diferencia del sábado, jornada en la que los barcos de pasajeros sólo pudieron realizar cuatro servicios de los veinticuatro programados, dos de ida y otros de vuelta, el último a la diez de la mañana con salida desde Órzola, este domingo fue imposible que los pequeños ferries salieran del muelle de La Graciosa.

La concejala delegada del Ayuntamiento de Teguise para La Graciosa, Alicia Páez, aseguró que la falta de conexiones marítimas este sábado y domingo "no ha generado un problema de desabastecimiento en La Graciosa, toda vez que en la isla hay tres supermercados y están bien surtidos de mercancías. El problema sería si se tuviera que realizar una evacuación de alguna persona enferma".

Anteayer un marinero se atrevió a cruzar en barco El Río, el brazo de mar que separa La Graciosa y Lanzarote, y trasladó a varios turistas que tenían que coger un avión desde Guacimeta a otros destinos, hasta la playa situada bajo el Risco de Famara y próxima a las salinas. Una vez allí los pasajeros ascendieron hasta Guinate por el antiguo sendero que utilizaban las gracioseras para vender el pescado en Haría.

Las conexiones entre Playa Blanca (Yaiza) y Corralejo (Fuerteventura) que realizan Naviera Armas y Líneas Fred. Olsen se llevaron a cabo según lo previsto, indicó la Policía Local de Yaiza. En Arrecife el crucero Norwegian Jade atracó con normalidad.

A nado hasta tierra

Por otro lado, el italiano Michelle Campanalle no pudo evitar que su velero, Tina, de trece metros de eslora, acabara chocando contra las rocas próximas a la playa de Las Cucharas, en Costa Teguise. La nave estaba fondeada en el muelle de Costa Teguise, pero el reboso y la fuerza de la mar de fondo soltaron los amarres y dejaron a la deriva el buque, que encalló pasadas las ocho de la mañana de ayer. Michelle se acercó desde tierra en piragua para poner a salvo, sin éxito, su barco, que sufrió un fuerte golpe en su casco y una vía de agua, según explicó. Regresó a nado a la orilla.