Cuanto más rico es un país africano más durarán sus guerras". La franciscana misionera de María Mari Paz Velasco tiene muy claro que el egoísmo del denominado primer mundo es el responsable de muchos de los males que están sufriendo una gran parte de los países del continente africano. Una misionera que sabe muy bien de lo que habla tras permanecer durante 33 años en la República Democrático del Congo.

Mari Paz, que lleva ya ocho años en la congregación franciscana de Lanzarote, habla con dolor de la situación del Congo, un país que "se desangra" por una cruenta guerra por el control del coltán, una roca que contiene dos minerales (columbita y tantalita) vitales para distintas industrias de aparatos eléctricos (fundamentalmente móviles), centrales atómicas, misiles y fibra óptica, entre otros.

Una misionera que fue testigo directo de la degradación de unos de los países más ricos de África que cuenta con uno de los mejores climas para el desarrollo de la agricultura y sobre todo con yacimientos de diamantes, cobalto, petróleo, plata y el 80% de la producción mundial del coltán. "Para mí el Congo es el paraíso terrenal pero está siendo saqueado por las grandes multinacionales que se llevan todos sus recursos", señala Velasco.

Y es que esta franciscana de María recuerda con tristeza los primeros años de su llegada a la República Democrática del Congo después de haber logrado la independencia de Bélgica. "Era una sociedad próspera, me acuerdo incluso que las niñas de los colegios daban clases de ballet clásico y ahora, en cambio, los niños son esclavizados para trabajar en las minas por apenas un euro al día", destaca. Era el año 1969 cuando una joven de 34 años llegaba a Lumumbashi, capital de Katanga, tras una estancia de otros 12 años en Bélgica.

Mari Paz se muestra también muy crítica con la labor que desempeña la ONU en su intento de restablecer la paz en la zona. "Se han realizado múltiples conferencias internacionales y se ha enviado a la ONU para intentar poner orden en el Congo pero todo es mentira, han sido cómplices", denuncia.

"Me llega al alma lo que está pasando en un país al que están exprimiendo", relata. Mari Paz habla de los continuos cambios políticos, de los golpes militares, de las guerras entre los tutsis y hutus... Pero en el fondo de su corazón sólo encuentra a los miles de congoleños que intentan levantar cabeza en un país que es el símbolo de la decadencia.