A la solidaridad también le llega la crisis. Las donaciones de dinero por parte de las obras sociales de entidades bancarias, empresas y particulares a ONG y asociaciones que prestan atención social en Lanzarote se han reducido este año hasta el punto de que entidades como la Asociación de Personas con Discapacidad de Lanzarote (Adislan) se vio obligada hace una semana a despedir a ocho de sus trabajadores y prescindir temporalmente del servicio de piscina terapéutica que ofrecía en horario de tarde a 32 usuarios con edades comprendidas entre los 0 y 16 años y que sufren algún tipo de discapacidad sensorial, física o intelectual o tienen riesgo de padecerla.

En Adislan las aportaciones privadas se han recortado en cerca de 200.000 euros desde finales de 2011. María de los Ángeles Pérez, directora de gestión y empleo de Adislan aseguró que además de los dos fisioterapeutas de la piscina, han tenido que rescindir el contrato a seis personas que ejercían labores complementarias en actividades de ocio, cocina y centro de día, prestaciones que a diferencia de la atención terapéutica vespertinas se mantienen, no sin dificultades, con el resto de empleados.

Las sesiones acuáticas de mañana, en las que participan 102 adultos, se mantienen porque forman parte del Programa de Atención a la Discapacidad que financian el Gobierno de Canarias y el Cabildo más una pequeña aportación mensual que realiza cada usuario junto con la cuota de socio. En lo que respecta a niños y adolescentes cada uno abona 25 euros mensuales por dos clases a la semana individuales o en grupo.

Tanto Pérez como Carlota de León, directora del área infanto juvenil de Adislan, afirmaron que el servicio dirigido por fisioterapeutas en el agua para los 32 afectados se ha cerrado temporalmente, al menos hasta septiembre (en agosto cierra por vacaciones), hasta encontrar una alternativa o buscar la manera de reducir los elevados gastos de agua, luz, productos bioquímicos y reparaciones que conlleva el mantenimiento de esta instalación, en funcionamiento con este programa específico desde 2010, aunque la piscina ya era utilizada desde unos años antes.

De León explicó que "adoptamos esta decisión porque es inviable mantener el servicio en la actual situación y buscamos una manera de reducir los costes. Apoyamos a las familias en la búsqueda de una solución porque entendemos que la terapia es básica para sus hijos. Somos conscientes de la sensación de incertidumbre a la que se enfrentan".

Dos madres, cuya identidad prefirieron mantener en el anonimato, relataron las dificultades con las que se encuentran para que sus hijos, de 11 y 8 años, respectivamente, tengan la posibilidad de acceder a una piscina terapéutica para continuar con su tratamiento.

"Nos quedamos colgadas"

Los establecimientos hoteleros con los que han consultado dan prioridad a sus clientes, por lo que para los discapacitados apenas quedan horas del día disponibles, y además, el agua no está climatizada, como ocurre en Adislan.

Otro de los inconvenientes con los que se encuentran son el elevado precio de las clases, por encima de los 100 euros mensuales, que no todas las familias pueden pagar. Una de las mujeres señaló que "para nada nos esperábamos el cierre de la instalación puesto que nadie nos había comentado la escasez de recursos. Nos hemos quedado colgadas y sin saber a dónde acudir".