Su primera incursión en el género de la novela con la obra Me llamo nadie. Historia de una mujer invisible (Ediciones Idea) trata de arañar conciencias por los olvidos de la sociedad actual. ¿Por qué ha querido dar voz a través de su libro a esos olvidados?

En principio los olvidados son todos los sin...: sin techo, sin hogar, sin trabajo, sin casa, sin derecho a educación o sanidad..., sin presente ni futuro, exentos de perspectiva y víctimas de una violencia estructural tan implacable como injusta, sin reglas de juego claras, en un mundo cada vez más inequitativo y en el que la brecha entre ricos y pobres se ha desbocado y la clase media está en grave peligro de extinción. Tienen mucho que ofrecer y aún más que enseñarnos, sus luchas hacen también parte de nuestras vidas, aunque no queramos verlo. El mito del triunfador y el estigma del perdedor hay que revisarlos, hoy los mal llamados perdedores son los héroes cuya lucha diaria por sobrevivir nos pone en el deber de reconsiderar estereotipos que ya no tienen ninguna validez en nuestros días por todo lo que está sucediendo. Además nos obliga a retomar otros valores como el de la solidaridad, porque mañana nos puede suceder lo mismo a cualquiera de nosotros.

Entre los escenarios de la novela figuran Chennai, India y Suiza. Usted ha residido en estos dos últimos países, además de otros lugares del mundo como Oriente Próximo, Colombia o Italia en los que ha vivido en distintas etapas de su vida por su condición de locutora de radio, corresponsal de guerra o antropóloga forense, entre otras profesiones que ha desempeñado. ¿Qué ha aprendido de todas esas experiencias? ¿Echa algo en falta?

Que la vida es un milagro en continuo movimiento. No miro hacia atrás, me concentro en el presente así que no echo en falta nada en particular.

¿Se imaginó alguna vez que se pudieran llevar a cabo protestas populares como las que se desencadenaron con la Primavera Árabe en Túnez o Egipto?

Sí, la verdad es que para los que hemos trabajado durante varios años en países árabes era bastante previsible, cuestión de tiempo, y ya reventó. De todos modos podemos observar que la llamada Primavera Árabe no sigue un mismo curso en los distintos países en los que se ha fraguado; Túnez, Libia, Egipto con los hermanos musulmanes y su promulgación del integrismo islámico, o Siria aún en plena escalada de guerra civil.

¿Esas revoluciones conseguirán mantener vivo el espíritu de protesta y avances para sus respectivas sociedades?

No hay revolución sin espíritu de protesta, es el oxígeno que la alimenta, y su objetivo no es otro que gestar cambios sociales en distintas escalas y a largo plazo.

¿Están condenados a entenderse israelíes y palestinos, Marruecos y el Sahara, conflictos que parecen eternizarse?

Más que condenados quizá impedidos a hacerlo, pero hay muchos intereses en juego obcecados en demorar y entorpecer dicho proceso, entretanto, la población civil sufre las consecuencias y el odio se encona entre generaciones. La agenda no avanza, hay un enquistamiento que enciende los ánimos como en un polvorín y eso es siempre demasiado peligroso, porque no hay forma de atajar las imprevisibles consecuencias o la repentina escalada del conflicto.

¿Qué opina del 15-M en España, que también ha tenido su repercusión en el extranjero con movimientos de parecida índole?

Son un faro de luz en un túnel que parece no tener fin, no se trata de insumisión sino de sentido común, cordura, coherencia y un ejercicio cívico para retomar las riendas en momentos en los que todo parece un sin sentido y peligra nuestro estado de bienestar, la dignidad humana o incluso la subsistencia de millones de personas en riesgo de exclusión, invisibilidad... Me emocionó profundamente presenciar el surgimiento de un movimiento de estas características, tan necesario ahora, y en nuestro país.

Su formación en antropología forense, ¿qué le ha aportado para conocer al ser humano más allá de la ciencia?

Más allá de la ciencia que todos somos iguales, nuestros vestigios ponen en evidencia esa humanidad frágil, finita. Y desde la ciencia la compleja significación que damos a la muerte y al cuerpo en nuestra cultura, por ejemplo.

¿Qué le atrajo de esta profesión, que desempeña actualmente en Lanzarote como perito judicial forense en los juzgados y la Fiscalía de Las Palmas?

Lo que más la posibilidad de realizar investigación aplicada en el día a día, y con ello, poder contribuir socialmente.

¿Cómo será el periodismo dentro de unos años, tras los grandes cambios en esta profesión por la revolución tecnológica, la crisis económica...?

Todo apunta a que dichos cambios serán -y de hecho ya lo son- un gran varapalo para la profesión, de hecho, el periodismo es uno de los oficios más castigados por la actual crisis económica. También el cambio de enfoque a la hora de abordar los acontecimientos y de elaborar la noticia, hoy se privilegia más que nunca la rapidez a costa de no confirmar las fuentes, por ejemplo, o recortar al máximo el empleo de los profesionales para abaratar, ya casi no hay corresponsales en el exterior, y el amarillismo y mercantilismo desde las altas esferas obligan al sesgo de la noticia. Un ejemplo del cambio de paradigma ha sido la CNN, cuyo director es empresario, un magnate, y no periodista. En general no se auguran buenos tiempos a corto, ni medio plazo, pero hay que mantener la esperanza y seguir adelante.

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