El acusado del primer homicidio registrado en la isla de La Graciosa, Sebastián Bermúdez Hernández admitió ayer haber clavado a Gerardo Romero las tijeras cuyas heridas provocaron su muerte al inicio del juicio con jurado que comenzó ayer en la Audiencia Provincial de Las Palmas de Gran Canaria en su contra, aunque negó, no obstante, haber pretendido matarle "en ningún momento". La Fiscalía solicita una pena de 15 años de cárcel y una indemnización para la familia de la víctima de 168.000 euros.

"Quería que me soltara", declaró al preguntarle el representante del Ministerio Fiscal por lo ocurrido la noche del 28 de julio de 2010 Sebastián Bermúdez, a quien se acusa de matar en esa fecha a Gerardo Miguel Romero González, pariente lejano y vecino de toda la vida suyo en la pequeña isla, tras una reyerta motivada por un viejo enfrentamiento que mantenían desde tiempo atrás, informó Efe.

Ese enfrentamiento, nacido del hecho de que "con ocasión de una obra en la casa de Gerardo la casa de la madre del acusado se había llenado de tierra y esto era algo que Sebastián no perdonaba a Gerardo", hasta el punto de que "aprovechaba para molestarlo siempre que tenía ocasión desde ese día" según el relato de la fiscalía, volvió a revivir al encontrarse ambos esa noche en una pizzería.

En ese mismo local mantuvieron una pelea en la que los dos acabaron cayendo al suelo entre golpes y que solo acabó cuando intervinieron otras personas que los separaron, pero lo ocurrido motivó que Sebastián actuara acto seguido "queriendo acabar con la vida de Gerardo", según afirmó el portavoz del Ministerio Fiscal en la Audiencia Provincial de Las Palmas.

Como prueba de sus tesis, ha preguntado al enjuiciado si ratificaba que, tal como ha recalcado que había declarado ya al día siguiente de los hechos, después de que la víctima abandonara la pizzería él permaneció en el restaurante y, todavía en su interior, "sacó unas tijeras que tenía en su mochila, dentro de un botiquín, y se las guardó en el bolsillo".

Sebastián respondió afirmativamente a esa pregunta, algo que el representante de la fiscalía consideró que refuerza su parecer de que actuó preparándose para un posterior encuentro con su vecino en el que se condujo "sabiendo perfectamente lo que hacía" al clavarle las referidas tijeras.

Pese a ello, el acusado negó que al hacerlo tuviera intención de matar y dio a entender que, cuando algo después volvió a encontrarse con el fallecido ya en la calle, le atacó con ellas solo para defenderse, debido a que su oponente era "el doble de persona" que él en lo referente al volumen físico de uno y otro.

Y frente a la versión de la fiscalía, que mantiene que "aprovechó para sacar las tijeras que minutos antes en el bar se había guardado en el bolsillo y con ánimo de causarle la muerte a Gerardo o con conocimiento de que podía causársela se las clavó por dos veces en el pecho", insistió en que solo quiso contrarrestar su inferioridad.

"Cuando él me tenía a mí con la cabeza debajo de tierra, yo saqué la tijera para que me soltara", aseguró ayer Bermúdez.