Margarona es La Graciosa. Margarita Páez Guadalupe ha entregado una vida de tesón y esfuerzo al progreso del mayor de los islotes del Archipiélago Chinijo, en el que reside una población de poco más de 600 vecinos. En este paraíso de calles de jable que baña el Océano Atlántico, el día a día no ha sido fácil, sobre todo en los tiempos en los que no existían los servicios más básicos como el agua, la luz o un centro de salud para atender a la población y los turistas.

La labor y el incansable espíritu reivindicativo de Margarona han permitido que La Graciosa tenga sus más esenciales infraestructuras y se haya convertido en un destino vacacional cada vez más demandado. A sus 68 años recién cumplidos, el pasado veinte de mayo, Margarona sigue de cerca los problemas y alegrías de su gente.

A pesar de que ya dejó la política, actividad en la que estuvo 33 años, "desde la época de UCD", recordó ayer, como concejala del Ayuntamiento de Teguise y consejera del Cabildo, institución en la que estuvo un mandato, todavía hay ciudadanos que le tocan a la puerta de su casa "cuando tienen que solucionar algo. Arreglar el DNI, el pasaporte o ir al médico".

El interés por ayudar le viene de chica, desde que correteaba por la arena de Caleta de Sebo. "Cuando los niños venían de la playa y se quedaban sin comida porque no podían volver a Lanzarote por el mal tiempo en la mar, yo les daba de comer", afirmó Margarona mientras degustaba "un trozo de tarta" en casa de su hermana Edelmira, quien celebró este lunes su ochenta aniversario.

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