Maestro de escuela, armador, sanitario ocasional y delegado del Instituto Social de la Marina. La vida de Juan Pérez Mesa (fallecido en el año 2002) es la de un hombre hecho asimismo que no cejó en su empeño de mejorar la educación de los habitantes de La Graciosa. Aunque nació en 1922 en Santa Lucía de Tirajana en Gran Canaria su infancia y adolescencia transcurrió en la montaña de Cardones en Arucas donde se fue a vivir con su tía a los cinco años tras el fallecimiento de su padre. Juan Pérez fue de esos canarios que se sacó el título de maestro estudiando la carrera por las noches después de salir del trabajo. Fue así como en septiembre de 1953 llegaba a La Graciosa con el título de maestro bajo el brazo y junto a su esposa Carmen Vega.

Los hijos de Juan Pérez y Carmen Vega, Fernando y Ana, fueron los encargados de leer el pasado viernes el pregón de las fiestas de La Graciosa en honor a la Virgen del Carmen. Un pregón cargado de recuerdos y en los que se glosó la figura del "maestro" de La Graciosa.

Juan Pérez realizó multitud y variadas funciones en la octava, así tras el nacimiento de su segundo hijo, Ana María, fue nombrado delegado en la Isla, del Instituto Social de la Marina, atendiendo con ello los cobros de los barquillos, pago de subsidio familiar y demás trámites propios de la Delegación. También impartió a los isleños, varios cursos de patrón de tráfico interior de puerto y dos de motorista,, toda vez que comenzaron a exigir titulación para llevar los barquillos de motor, lo que le fue propuesto previamente por el director del Instituto Social de la Marina, de las Palmas, cursos que realizaba fuera del horario escolar y de forma totalmente gratuita.

Fernando y Ana recordaron que su padre no sólo dio clases a los chinijos gracioseros sino que enseñó a leer y a escribir por las noches a muchos adultos ."Pues existía gran interés por parte de muchos isleños, tal es el caso de don Pablo Guadalupe, que en ese entonces podría tener algo más de sesenta años, y cuya ilusión era poder leer novelas del Oeste, lo que motivó en igual sentido a don Gregorio Morales, señor de hablar exquisito y poético, pero carente de conocimientos en la lectura y escritura", aseguraron los pregoneros.

A consecuencia del cargo que ostentaba, de delegado local del Instituto Social de la Marina (ISM), debía trasladarse a Arrecife, una vez al mes, para efectuar los ingresos recaudados y las gestiones propias e inherentes a dicho cargo. Existían en tal época, un total de 16 barquillos, que pagaban la cuota al ISM y cobraban el subsidio familiar, unas 48 familias. Realizó igualmente labores sanitarias básicas, primeras curas en caso de accidentes ocasionados por anzuelos u otros utensilios propios del devenir cotidiano, quemaduras e incluso se encargaba de poner inyecciones.

Tanto se involucró el maestro, en las costumbres y vida de los gracioseros que la pesca terminó formando parte de su actividad principal. Sus hijos relataron como el maestro se reconvirtió en armador, primero barcos de vela, que iban a la zafra a Cabo Blanco, después de motor, como el Teneza, que se hundió en la tan temida Orzola. También el Ave sin Puerto, que tras años de faena terminó encallado en la costa africana, para lo que tuvo que alquilar una avioneta para localizar y traer a su tripulación. Y el último de sus barcos, Los Gallegos.