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San Bartolomé de Tirajana

De la cueva a un hotel de cinco estrellas

J. Carlos Fernández cambia la calle por trabajar en el Costa Meloneras con la ayuda de Caipsho

Manifestantes con Juan Carlos a la cabeza, que sostiene el megáfono, en Playa del Inglés. G. F. RAPETTI

Cuando Juan Carlos Fernández, de 47 años, llegó hace un año a Maspalomas tenía 24 euros en el bolsillo y una vida "por la que no merecía luchar". Tras vivir durante meses bajo un puente y ganarle un pulso a su adicción a las drogas con ayuda de "los ángeles" que trabajan en Caipsho-Cáritas Sur, Fernández ha conseguido un empleo en el hotel Costa Meloneras y una casa en Vecindario. Motivos no le faltan para esbozar una sonrisa, ya que luce nueva dentadura gracias al apoyo institucional que ha recibido para curarse de su infección bucal.

"Si realmente se quiere prosperar en la vida, se puede, solo hay que tener fuerza de voluntad para recorrer el camino". Así resume Juan Carlos Fernández, leonés de nacimiento pero tirajanero de residencia, su último año de vida tras dejar de ser consumidor habitual de cocaína durante 25 años.

Llegó al sur de Gran Canaria el 29 de noviembre de 2013 con apenas unas monedas en la cartera y dos maletas en las que transportaba todos sus bienes materiales.

El 22 de diciembre del pasado año cruzó las puertas del centro de acogida para personas sin hogar Caipsho-Cáritas Sur, ubicado en San Fernando de Maspalomas, con el propósito de cambiar el rumbo de su vida con ayuda de dos "ángeles de la guardia" que para él ya forman parte de su familia.

Kati y Raquel, las dos trabajadoras sociales que atienden las necesidades básicas de 200 personas sin techo en el que vivir en el municipio de San Bartolomé de Tirajana, le orientaron en su inserción laboral y cuidados sanitarios.

En un principio, Fernández acudía al centro para comer, ducharse y lavar su ropa. Vivía bajo un puente aledaño al cementerio de Maspalomas, en el que dormía en un colchón que había recuperado de los contenedores de basura. La tromba de agua que cayó en el Sur el invierno pasado le costó la inundación de su morada y la pérdida de sus pertenencias.

El fuerte dolor bucal que padecía en silencio desde el fondo del barranco, a consecuencia del deterioro físico que le causó el consumo de estupefacientes, sin embargo, no le restó fuerzas para luchar contra la drogadicción.

Luchó "a pleno pulmón", sin tratamiento alguno como lo hacen los valientes, contra su enfermedad y desde hace justo año su cuerpo no prueba sustancia alguna.

En el pasado mes de junio recibió asesoramiento laboral a través de la agencia de Desarrollo Local del Ayuntamiento y otras entidades, que le instruyeron para formar parte de la lista de candidatos seleccionados para desempeñar las funciones de camarero en el hotel de cinco estrellas Costa Meloneras. Su contratación se tramitó en un primer lugar a través de una agencia de trabajo temporal, pero desde octubre forma parte de la plantilla flotante de Lopesan.

"Resulta muy extraño salir de trabajar de un hotel de cinco estrellas y regresar al barranco a dormir. Pero por suerte mi situación ha mejorado", relata Fernández entusiasmado con la nueva vida que comenzará en 2015.

Tras depositar sus primeros salarios en Caipsho, "por miedo que le robaran el dinero sus compañeros de barranco", Fernández pudo ahorrar para alquilar una casa en Vecindario.

El pasado 30 de noviembre, junto a un centenar de manifestantes, Fernández reivindicó en el Anexo Dos de Playa del Inglés el derecho a una vivienda digna de las personas que duermen en locales vacíos o cuevas de Maspalomas.

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