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Red de Centros de Arte, Cultura y Turismo El proceso de creación

Los artesanos de César Manrique

Jameos acogió anoche la presentación de la película 'Las manos', que retrata el trabajo de los hombres que hicieron posible la construcción de los centros turísticos del Cabildo

Manrique junto a trabajadores en el Jardín de Cactus. FCM/ADRIEL PERDOMO

"El objetivo del largometraje documental Las manos es retratar el esfuerzo y el compromiso de un grupo de personas que supo estar a la altura del reto que se les cruzó en el camino", asegura el director de este trabajo, Miguel G. Morales. Ese cometido no era otro que la construcción de los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo, unos espacios únicos en el mundo que dotan de una identidad singular a Lanzarote, no solo en el ámbito artístico, sino también en el social y el económico.

En sus inicios, a comienzos de los años sesenta del siglo pasado, esa apuesta fue incierta y arriesgada por parte del artista César Manrique y el entonces presidente de la corporación insular, José Ramírez. Sin embargo, el tesón de ambos y del importante equipo de colaboradores que se implicaron en esa aventura, entre ellos Jesús Soto, Luis Morales, Santiago Hernández, Feliciano Luzardo, Gregorio de León y José Caraballo, fue uno de los empujes que contribuyó a convertir en realidad las ideas de César y abrir la ventana de Lanzarote al incipiente turismo.

El auditorio de Jameos del Agua, el primero de los centros turísticos creado por César (en 1966 se inauguró el Jameo Chico) fue anoche escenario de la presentación del largometraje, para el que Morales ha contado con el apoyo de los integrantes del colectivo RAMA. La grabación se centra en el proceso de creación de los centros a través del testimonio directo de los trabajadores y ha sido realizada por encargo de los centros turísticos del Cabildo para inaugurar el programa que conmemora el 50 aniversario de la red formada por los Jameos del Agua, el Mirador del Río, la Cueva de los Verdes, el Jardín de Cactus, las Montañas del Fuego, el Castillo de San José y el Monumento al Campesino.

En palabras de Morales, Las manos cuenta "la historia de los centros turísticos, su origen a través de los artesanos, de los maestros de la piedra, de la madera, el hierro y la jardinería" y refleja "un esfuerzo anónimo, muchas veces, que se afrontó con pasión y cariño. Un trabajo hecho sin apenas maquinaria, a fuerza de brazos, como dicen algunos de ellos, pero un esfuerzo colectivo de un equipo que logró crear una nueva visión de la Isla a partir de la realidad dura en la que se vivía y ante un futuro complicado. Una película que va desde las ideas a las manos".

En la película adquieren protagonismo los maestros Santiago Hernández, Feliciano Luzardo, Gregorio de León y José Caraballo.

Por las manos de Santiago, que tiene 70 años, 47 de ellos dedicados a su labor en los centros turísticos, han pasado "todos los hierros de César", como afirma este soldador. Ceniceros, papeleras, lámparas, cancelas y hasta las esculturas móviles denominadas por el artista juguetes del viento, incluida la instalada en el recinto ferial de Berlín, son algunas de las múltiples piezas que salieron del taller de soldadura del Cabildo en el que trabajó Santiago. "Al principio era un poco complicado trabajar con César porque era muy exigente, pero luego nos entendimos muy bien, era como un padre. Todos trabajamos con mucha ilusión por los centros y por la Isla, muchas veces sin descanso los fines de semana porque había que terminar las obras", recordó Santiago.

A sus 84 años, 33 de ellos en los centros, Gregorio de León conoce al dedillo los lajíos de los malpaíses de norte de la Isla de los que se extrajeron las piedras para senderos, escaleras, jardines y ornamentaciones de Jameos del Agua, el Mirador del Río, las Montañas del Fuego o el Jardín de Cactus. La falta de herramientas adecuadas para acometer los trabajos obligaba a agudizar el ingenio. "Recuerdo que recurríamos a Felipe Mesa, un hombre de 90 kilos de peso que se ponía sobre la barra para romper los lajíos antes de darles forma y colocarlos como un rompecabezas", dijo Gregorio.

Este maestro pedrero señaló que se dejó "muchas uñas" durante aquellos años. "Cada piedra pasaba cuatro veces por mis manos antes de su destino final", comentó. De haberse construido en esta época, cree Gregorio, "los centros no se hubieran hecho porque no hay gente para trabajar en las condiciones en las que lo hicimos nosotros y por tan poco dinero".

José Caraballo fue carpintero. Las mesas y sillas de madera de Jameos de Agua y las Montañas del Fuego y el molino de Guatiza son obra de este hombre, de 97 años, 15 de ellos dedicados a la carpintería de los centros. Manifestó que cuando César le planteaba la manera de materializar sus ideas "le decía que tenía razón para que no se me virara, aunque luego acababa indicándome que lo hiciera como quería porque yo era el que sabía". Considera que "sin los centros Lanzarote no es lo que es hoy".

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