Con su gorro blanco y su cámara a cuestas, Jacinto Alonso Martín (1877-1948) se convirtió en el mejor retratista de la sociedad lanzaroteña de comienzos del pasado siglo. Alonso que también ejercía de barbero-sangrador, veterinario, reparó armas de fuego y cobrador de impuestos, retrató campesinos, políticos, altos cargos eclesiásticos y comerciantes de la nueva burguesía insular.
Lanzarote a través del cristal es el título de la exposición que se podrá contemplar en la Casa Amarilla (antigua sede del Cabildo conejero, ubicada en la Calle Real de Arrecife) a partir de mediados del mes de abril. Una muestra que ha sido posible a los herederos de Jacinto Alonso (la familia Andueza Martín) que ha cedido para la exposición más de doscientas placas de cristal de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
"Estamos muy sastisfechos con la exposición que el Cabildo ha realizado sobre la obra de nuestro abuelo, aunque lo cierto es que han sido cientos las placas de vidrio que se han roto en estos años", señala Jacinto Andueza (uno de los hijos de la única hija que tuvo Jacinto, Amalia), que ayer visitaba la muestra con otros de sus hermanos (Domingo, Antonia y Juan).
Esta muestra ha sido producida por el Centro de Datos y ha contado con un proceso de investigación en numerosos fondos documentales y fuentes orales para descubrir más acerca de la polifacética y enigmática figura de Alonso. Aunque la biografía que se ha manejado hasta ahora indicaba su fecha de nacimiento en 1877 lo cierto es que nació en algún momento entre 1877 y 1879.
"Como otros pioneros de la fotografía, fue un hombre habilidoso que desempeñó oficios diversos y que recorrió Lanzarote haciendo fotografías por encargo", destacan los organizadores de la muestra. "Alonso hace un magnífico retrato del Lanzarote del siglo pasado: documenta las indumentarias, los lugares de reunión, las viviendas, costumbres y fiestas de los heterogéneos protagonistas de la época", recalcan desde el Centro de Datos que cuenta a partir de ahora con la Casa Amarilla como un nuevo espacio divulgativo para la isla.
Pasear por la exposición es hacerlo por una época en la que la miseria se hacía crónica por los largos periodos de sequía. Una isla de poco más de 20.000 habitantes en las que solo las clases más acomodadas eran propietarias de caballos y en la que en los retratos familiares era habitaul fotografiar a los bebés desnudos para que los allegados a los que se les mandara la imagen vieran el sexo y el estado de salud del nuevo miembro de la familia. Unas fotografías que jugaban un papel importante en la relación con los conocidos que habían emigrado, muchos de los cuales habían partido hacia Américar.
En sus fotografías, muchas de ellas auténticas composiciones teatrales, se percibe que tanto para ricos como para pobres era una ocasión para ponerse los 'vestidos de salir' y lucir complementos como rosarios o abanicos.
