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Festividad de la Patrona de Lanzarote Eucaristía

Los Dolores recuerda a los refugiados

El obispo de la Diócesis de Canarias, Francisco Cases, destaca el dolor que sufren aquellos que huyen de las guerras

Momento de la misa oficiada ayer por el obispo de la Diócesis de Canarias, Francisco Cases, con la Virgen de los Dolores en primer plano y, al fondo, una banderola con las tres patronas de la provincia. ADRIEL PERDOMO

Las lágrimas que corren por las mejillas de la Virgen de los Dolores cobraron ayer un significado especial. Fueron las lágrimas de las miles de personas que están arriesgando sus vidas para llegar a Europa huyendo de las guerras en Siria, Irak y Afganistán, de los parados españoles que no encuentran un puesto de trabajo y de las familias que tanto están sufriendo en los últimos años. "Las lágrimas que corren por sus mejillas saben de nuestros problemas", aseguraba ayer el obispo de Canarias, Francisco Cases, durante la eucaristía en honor a la patrona de Lanzarote que se celebraba en la tarde de ayer en la explanada situada junto al santuario de Mancha Blanca en el municipio de Tinajo.

"Querida Madre venimos por nuestras debilidades, dolores, esperanzas y alegrías que esperamos ver cumplidas a lo largo del año", fueron las palabras con las que el obispo abría su homilía. Porque las lágrimas de la patrona que paró la lava del volcán saben muy bien del sufrimiento de sus devotos.

Cases recordó la inmigración africana que hasta hace poco llegaba a las costas canarias huyendo de la pobreza y de la miseria. Una inmigración que ahora se ha trasladado hacia el Mediterráneo con la llegada de miles de personas de Siria, Irak y Afganistán "huyendo de la muerte de la guerra hacia esta Europa nuestra enriquecida, sosegada que todos ven como la tierra de promisión", indicaba el obispo de la Diócesis de Canarias.

Sin embargo, Francisco Cases hablaba también del dolor que causa a los ciudadanos las vallas, los muros y las fronteras que se están levantando contra los refugiados que están llegando a Europa. "Son estos también los problemas que nos duelen", expresó. El obispo, que ofició la eucaristía en un escenario con las imágenes de las tres patronas de la provincia de Las Palmas (El Pino de Gran Canaria, Los Dolores de Lanzarote y La Peña de Fuerteventura), invitó a los más de mil fieles que se dieron cita ayer en Mancha Blanca a seguir las enseñanzas de María. "Tres islas, tres patronas, tres pueblos hermanos", recordó.

El obispo rechazó el poder del dinero, de las armas y el de la influencia social al ser los causantes de "los desastres humanos que estamos viviendo". Por ello abogó por revertir la situación con el poder de la misericordia de dios "porque es el cambio que necesitamos", indicó Cases. "Estoy contenta con dios", dijo María. El obispo se refirió al drama del paro, especialmente el juvenil. "Nos duele el paro que afecta a tantos hermanos y especialmente a los jóvenes, un desempleo que rompe a la gente por dentro y por fuera", apuntó.

La eucaristía ponía fin ayer a los actos religiosos de la festividad de los Dolores. Y es que la pequeña localidad de Mancha Blanca ha sido durante estos días el centro neurálgico de Lanzarote. Miles de personas se acercado hasta el santuario de la Virgen de los Dolores y a la Feria Insular de Artesanía que anoche cerraba sus puertas.

La pregonera de Los Dolores, Inés Rojas, recordaba que cada año el 15 de septiembre, desde todos los rincones de Lanzarote y La Graciosa, la gente venía en peregrinación al Santuario de Mancha Blanca. "Eran verdaderas caravanas de burros y camellos engalanados con las mejores alforjas y mantas. De los pueblos más alejados salían hasta dos días antes, como los harianos, los del Norte y La Graciosa, que venían en barquillos hasta Famara, y de allí, caminando por Soo hasta Dolores, cargados con su pescadito frito en mojo hervido. Pasaban la noche de la víspera aquí, durmiendo a cielo descubierto. Así eran después , los que ocupaban los primeros puestos en la iglesia", apuntaba durante el pregón que el pasado jueves abría las fiestas patronales de la isla.

"Todos los caminos y veredas se llenaban de peregrinos de distintos pueblos, que compartían el vino, el gofio, los pejines, las jareas? era una gran diversión, pero todos con el objetivo de llegar a los pies de la Virgen y mostrarle su agradecimiento o pagarle alguna promesa", indica la exconsejera de Políticas Sociales del Gobierno canario.

Pero ahora el gofio y los pejines se han sustituido por crepes y piñas de almendras. Y los burros y camellos ya no se acercan hasta Los Dolores. Solo una enorme caravana de coches se podía ver por la carretera general hacia Tinajo. Y un poco más allá de la ermita el estruendo de la feria se mezcla con el bullicio de los chiringuitos donde es posible degustar un buen plato de carne de cochino, pulpos y pescados frescos del litoral de La Santa, una de las costas más salvajes de la isla.

Acompañando a la patrona se encontraban ayer, al igual que vienen haciendo desde el año 2009, las Discípulas de la Virgen de los Dolores, una particular hermandad de mujeres que cubiertas con mantilla canaria de color blanco escoltan a la patrona durante el pequeño trayecto que va desde la ermita hasta el escenario donde se oficia cada 15 de septiembre la eucaristía principal para recordar el día en el que la Virgen detuvo la lava del volcán. "Dicen que el magma llegó a los pies de la cruz y se detuvo", recordaba Rojas durante su pregón.

De la misma manera, están presentes en la misa del 31 de julio en Mancha Blanca en la que se celebra el milagro de la Virgen cuando en las erupciones de 1824 volvió a detener el fuego del volcán. Fue el milagro para que los lanzaroteños se rindieran definitivamente al fervor a esta Virgen, cuya imagen se cree que es una exquisita obra de la Escuela Granadina de finales del siglo XVIII.

Las Discípulas de la Virgen también acompañan durante la Semana Santa a la Virgen de los Dolores, pero esta vez, en la iglesia de Arrecife y con la mantilla negra.

"Para mí esta Virgen es muy especial y muy bonita", afirmaba ayer Romanita Cabrera, una de las discípulas de la Virgen que ayer tampoco quiso perderse la eucaristía a pesar de los pequeños achaques de salud. "No quise venir caminando como otras compañeras para poder estar aquí hoy", apuntó.

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