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Atar cabos para cruzar el Atlántico

Los 64 tripulantes de la regata Mini Transat que une Lanzarote con las islas de Guadalupe en el Caribe dan los últimos retoques antes de partir

Atar cabos para cruzar el Atlántico

El cántabro Nacho Postigo se apresuraba ayer a dejar todo a punto para partir mañana rumbo a las islas Guadalupe en las Antillas francesas desde el puerto deportivo Marina Lanzarote en Arrecife dentro de la flotilla de la Mini Transat de la que forman parte otras 63 embarcaciones. Serán alrededor de 2.764 millas (unos 4.448 kilómetros) en solitario durante una travesía que dependiendo de la intensidad de los vientos alisios tendrá una duración de al menos tres semanas.

"Mi mayor preocupación es navegar de noche porque nunca sabes lo que te puedes encontrar flotando, es como conducir de noche sin luces", relata Postigo que para llegar a Lanzarote tuvo que sufrir su particular vía crucis. De hecho, Postigo no pudo realizar la primera regata de la Mini Transat desde el puerto francés Douarnenez hacia Lanzarote tras romper la quilla cuando un barco de la organización lo remolcaba fuera del puerto.

"Fue una decepción muy grande", señala Postigo que tuvo que reparar su barco 'Vamos, Vamos' en el puerto portugués de Aveiro. De allí transportó su barco hasta el puerto portugués de Lagos para emprender rumbo a Lanzarote a donde llegó el pasado 12 de octubre cuando la mayor parte de los participantes lo habían hecho a finles de septiembre. Ahora será la primera vez que cruce en solitario el Atlántico.

Otro de los españoles que forma parte de la aventura de la Mini Transat es Guillermo Cañardo que ayer contaba con el apoyo incondicional de sus padres, Angel y Carmen Cervera. "Vinimos a Lanzarote para estar apoyándole durante estos días previos a la salida", indicaba Carmen que confesaba que iba a estar muy pendiente de internet para conocer la evolución de la carrera en la que se ha embarcado su hijo por primera vez.

"Lo más importante es saber gestionar el tiempo de descanso", recalca Cañardo que espera no volver a tener que sufrir una avería como la que le obligó a recalar en Oporto para reparar una vela y el piloto automático.

Y es que los participantes de los 'minis' no cuentan con medios técnicos para comunicarse con el exterior durante la travesía y ni siquiera se les puede transmitir la información meteorológica para diseñar su rumbo en medio del océano. Estos barcos, que tienen una eslora de 6,5 metros y una manga de tres metos sólo disponen de los elementos básicos para navegar como un piloto automático para permitir dormir a su tripulante durante apenas unos minutos cada varias horas, una radio VFH y un sextante (un instrumento astronómico que se utiliza para determinar la posición de un astro, generalmente el Sol, desde un barco).

Una prueba en la que participan 64 tripulantes de 15 nacionalidades distintas. El francés Jean-Baptiste Daramy estaba ayer dando los últimos retoques al pequeño motor que permite el funcionamiento del piloto automático, pieza clave para poder navegar en solitario. Daramy, que ya realizó esta regata en el año 2011, tuvo que reparar en Lanzarote el timón de su embarcación tras una pequeña rotura durante la primera regata. "Solo me queda comprar la comida fresca", señalaba.

Para el alemán Dominik Lenk, de 26 años, esta prueba es una experiencia personal, sobre todo porque será también la primera ocasión en que cruzará el Atlántico en solitario. "Lo más complicado es elegir de forma correcta el rumbo dependiendo de las condiciones meteorológicos", destaca. Lenk ya sabe lo que son problemas en alta mar dado que en la primera regata tuvo que parar en el puerto de La Coruña por una avería. "Cuando venía hacia Lanzarote tuve que hacer una parada obligatoria en La Coruña para reparar tanto el motor como una de las velas", indica

Los pantalanes de Marina Lanzarote eran ayer un continuo ir y venir de tripulantes que trataban de ultimar todos los detalles que les permitirán ganarse la tranquilidad personal de saber que todo está listo para la travesía. Controlar el aparejo, verificar que cada pieza está bien colocada y asegurada, fijar correctamente la baliza, calibrar la electrónica, ordenar el material y repartirlo de forma precisa para repartir el peso, pequeñas tareas cotidianas y rutinarias que evitan a los ministas pensar de más antes de lanzarse al gran salto.

Los organizadores de la Mini Transat ofrecían ayer una rueda de prensa para agradecer la acogida de Lanzarote a todos los tripulantes. Un acto en el que el consejero de Turismo del Cabildo, Echedey Eugenio, destacaba que esta prueba "supone un referente en nuestra estrategia de turismo deportivo y turismo activo, gracias a las condiciones excepcionales de clima y de viento que tenemos en la isla y una gran oportunidad para dar a conocer las infraestructuras de la isla, indica Eugenio.

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