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Jesús Soto, el diálogo con el volcán

El director artístico del Cabildo ideó el horno y los tubos de los géiseres

Jesús Soto en Timanfaya. FAMILIA SOTO GARRIDO

Las quejas al Cabildo de Lanzarote a mediados de los años cincuenta por parte de "las agencias de viajes, los taxistas, los visitantes y la prensa, que se hizo eco del malestar", obligó a tomar conciencia del importante atractivo turístico de las Montañas del Fuego y de la necesidad de no alterar la naturaleza en ese entorno, con la que el director artístico de los centros turísticos, Jesús Soto supo entablar un diálogo para enriquecer aún más su atractivo.

Félix Hormiga en su publicación Jesús Soto. 1928-2003. La luz de la piedra, recoge la carta de 18 de junio de 1956 que envió el administrador del Parador Nacional de Arrecife, José Suárez, al subsecretario del Ministerio de Información y Turismo y a su vez al presidente del Cabildo, Esteban Armas. En ella exponía su preocupación ante la imposibilidad de mostrar "el fenómeno, base sobre el que se sustenta el turismo de esta Isla, conocido y propagado por cientos de revistas y fotografías".

Se refería a la quema de aulagas con el calor natural que emergía de una grieta del terreno, fruto de las anomalías térmicas en el Islote de Hilario. La instalación en ese espacio por parte de una compañía privada de "una planta piloto para ensayo compuesta por una caldera, máquina de vapor, dinamo, caseta, paredes y modificación de la carretera con ocupación en general del citado islote", donde se quemaban las aulagas, privó a los visitantes de tal práctica.

La estabilidad del parador, llegó a advertir su administrador, estaba en entredicho si no se restituía el mencionado horno.

José Ramírez Cerdá, presidente del Cabildo entre 1960 y 1974, envió a Soto a Timanfaya para que adoptara soluciones con las que acallar las críticas, sobre todo porque se cobraba la entrada a los turistas y no había unos servicios que justificaran tal desembolso.

Las instalaciones "eran malas e indeseadas (había una cuevita con una neverita)" y mientras se iban concretando las actuaciones a realizar se hizo un pequeño bar con apenas seis mesas. Luego Soto realizó el hoyo donde prende la aulaga. Le siguieron los catorce tubos de los géiseres y la estructura que sustentan los cilindros, de unos 12 metros de profundidad (hechos en los talleres del Cabildo), la Ruta de los Volcanes, el restaurante y su horno natural. Manrique intervino en la culminación de los trabajos y en el actual aspecto de las Montañas del Fuego, el paisaje más fotografiado de Lanzarote.

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