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El primer párroco, el cisne y el Ave María

El recuerdo de Acosta revive en el cementerio de Arrecife

El violinista Pablo Mesa y el párroco de San Ginés, Miguel Hernández, ayer, frente al público en el cementerio. ADRIEL PERDOMO

El cementerio capitalino guarda la historia de los habitantes de Arrecife, entre ellos, la del primer párroco que tuvo la ciudad, Francisco Acosta Espinosa, el cual fue recordado en la tarde de ayer durante la celebración de La Palabra en San Román por el párroco de San Ginés, Miguel Hernández, con motivo del Día de Todos Los Santos. Acosta, quien antes fue cura en San Bartolomé, municipio que se resistió a abandonar en un principio, fue el sacerdote de Arrecife entre 1798 (año en el que Arrecife se independizó de Teguise) y 1845. Destacó por la labor pedagógica que ejerció en el pueblo.

Los restos de Acosta, que fueron llevados en 1846 al anterior camposanto de Arrecife, próximo a la actual Casa Cabildo, descansan desde los años ochenta en uno de los nichos de San Román junto a los de otro cura que tuvo la ciudad, Bernardo Miranda Naranjo (de 1905 a 1926), hermano de Manuel (de 1874 a 1905), responsable de la construcción de la torre de la iglesia de San Ginés.

El ajetreado día de Todos Los Santos también dio pie al recuerdo de cómo se vivía esa jornada en los pueblos. Es el caso de Blanca Lemes, quien acompañó a su hermana a Arrecife a visitar la tumba de su suegra. Blanca es de Tao (Teguise), cuyo cementerio edificaron los vecinos de ese pueblo "en los años cuarenta del siglo pasado", según recordó. "Antes la gente se pasaba el Día de Todos Los Santos en el cementerio recordando a sus seres queridos y se llevaba hasta la merienda", afirmó la mujer.

La alegría del vendedor

Crisantemos, margaritas, lirios y rosas, entre otras flores frescas, ornamentaron este fin de semana nichos y tumbas en los cementerios de Lanzarote. "El sábado fue el día elegido por la mayoría de personas para enramar las lápidas, aunque cuando más gente ha venido de visita ha sido hoy [por ayer]", aseguró el sepulturero de San Román Aníbal Betancort, quien lleva catorce años en el oficio.

En opinión de Teresa Rodríguez, la jornada de Todos Los Santos es "un día para gastar dinero". Se quejó de que "las flores están caras y encima hay gente que se lleva hasta los jarrones de las lápidas. A eso no hay derecho".

El vendedor de la ONCE Sergio Afonso no podía ocultar su alegría cuando al filo de la una de la tarde ya había vendido los 200 cupones que había llevado consigo hasta la entrada a San Román. "Es la primera vez que vengo y me voy muy contento. Además, he conseguido vender los cupones terminados en seis que la gente se resistía a coger".

Ramón Robles, Maruca Pérez, Casimira García y Paula Merino valoraron positivamente la iniciativa del Ayuntamiento de Arrecife de instalar este año, por primera vez, carpas en San Román para evitar las inclemencias del tiempo. Hubo suerte y no llovió.

El violinista Pablo Mesa envolvió el ambiente de recogimiento en San Román con la música de El cisne del compositor Saint-Saëns, el Ave María de Schubert y Nube de Hielo, del timplista Benito Cabrera.

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