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Arrecife Las nuevas zonas de ocio

El pulmón gastronómico de Arrecife

El Charco de San Ginés se ha convertido en una de las zonas de restauración y de ocio más destacadas de la capital tras la apertura de nuevos establecimientos

Terraza del restaurante La Bulla, uno de los establecimientos abiertos hace apenas dos años en el Charco de San Ginés. D. R.

"El Charco de San Ginés se está convirtiendo en la boca por dónde está empezando a comer Arrecife desde el punto de vista económico". Quien así habla es Carmen Sáenz, la propietaria del restaurante La Caja, uno de los nuevos restaurantes que ha transformado por completo la oferta gastronómica de la capital lanzaroteña. Y es que en apenas unos años se han abierto una decena de establecimientos a lo largo de una ribera que lleva el sello de César Manrique.

De hecho, el proyecto del Charco de San Ginés fue la última obra pública que el artista lanzaroteño no pudo culminar en su isla tras fallecer en un accidente de tráfico en septiembre de 1992. De aquella idea sólo queda una cascada de agua que apenas ha funcionado y los puentes que conectan la lámina de agua.

Hasta hace muy bien poco el Charco de San Ginés era un lugar de paso para los vecinos de Arrecife y sobre todo un lugar de baño para los chinijos durante el verano. Una ribera con poco más de tres restaurantes que adquiría sus días de esplendor durante las fiestas de San Ginés alrededor de la Casa del Miedo, una sociedad con 50 años de historia que también se ha beneficiado de la nueva vida social y gastronómica.

"La vida que está cogiendo el Charco es increíble", señala Toñín Cabrera uno de los socios de la Casa del Miedo que trabaja como camarero en uno de los bares más tradicionales de la zona. "Si viene más gente nos beneficiamos todos", añade.

Quien también conoce la evolución del Charco es Francisco Javier Arbelo que regenta junto a su padre, José Arbelo, el restaurante La Ribera, que lleva abierto desde el año 1975. "Es evidente que desde hace varios años viene más gente y sobre todo se nota que vienen más extranjeros a raíz de la apertura del puerto deportivo Marina Lanzarote", recalca Arbelo.

Aunque el nivel culinario de Arrecife ha dado un salto cualitativo y cuantitativo por la apertura de los nuevos restaurantes, Arbelo asegura que su éxito se debe a las tapas caseras que sigue elaborando su madre. "Mis padres siguen al pie del cañón", indica mientras su hijo Echedey atiende a unos clientes en la terraza. "Es la nueva generación de los Arbelo", sonríe.

Uno de los restaurantes que ha contribuido al éxito del Charco es Naia, cuyo propietario, Mikel Otaegui fue finalista de los Premios Mahou-La Provincia de Gastronomía en la categoría de "Restaurante revelación". Formado en San Sebastián (aunque nacido en Lanzarote) y después de trabajar en varios restaurantes de Madrid, Otaegui decidió volver a su tierra. "Vimos que el Charco comenzaba a resurgir y cuando se nos presentó la oportunidad abrimos el negocio", señala.

Uno de los aciertos del Charco ha sido atraer a la gente joven de Arrecife, que hasta hace bien poco apenas contaba con lugares para tomarse unas cervezas y unas tapas al aire libre. Y es aquí donde entra en juego el bar La Miñoca en el que es difícil encontrar una mesa vacía prácticamente desde que lleva el jueves por la tarde.

La zona de La Puntilla

Jorge Bermúdez, que lleva al frente de La Miñoca desde hace siete años, apenas tiene un minuto para atender al periodista. "Creo que el Charco es ya la zona de ocio por excelencia de la ciudad", señala Bermúdez. Y si por el día la afluencia es grande por la noche, especialmente los viernes y sábados es necesario pedir número para ocupar una de las mesas.

En el otro extremo del Charco se encuentra El Lemon, otro de los establecimientos más veteranos de esta parte del litoral capitalino. El Lemon está en la zona de La Puntilla, el extremo del Charco más cercano a la iglesia de San Ginés, es decir, el casco histórico de la ciudad. "Estamos muy contentos con la transformación en el Charco aunque los empresarios de La Puntilla llevamos años reclamando al Ayuntamiento que también se acuerde de esta zona cuando se organizan los actos culturales y festivos", afirma el dueño del Lemon, Severo Guadalupe.

Otro de los clásicos es el restaurante La Puntilla de José Rodríguez especializado en pescado fresco. Antonio Zamorano, que trabaja de camarero en este local no duda en señalar que la apertura de los nuevos restaurantes ha beneficiado a la zona. "Ahora se nota que hay más gente", indica.

La Puntilla, La Taberneta del Charco, el salón recreativo El Charco, el Rincón Granaíno, la pizzería Capricho, Papá Miguel, La Raspa, La Buya, Divina Italia, La Estrella del Charco y Leito de Proa son otros de los bares y restaurantes que se puedan encontrar a lo largo de la ribera. Y girando hacia la Escuela de Pesca se encuentra Casa Ginori, otro de los restaurantes más emblemáticos de la capital.

El tirón gastronómico del Charco ha supuesto también la apertura de otro tipo de negocios en la ribera. El Club de los Niños es un ejemplo de las nuevas oportunidades. "Es un parque infantil para que los padres que vengan al Charco o a otras zonas de Arrecife puedan dejar a sus hijos durante unas horas", señala Karliana Aguilera.

Un parque infantil que entre semana abre de 10.30 a 14.00 horas y de 16.30 a 21.00 horas, pero que los fines de semana lo hace de forma ininterrumpida de 10.30 a 21.00 horas y en ocasiones hasta las diez de la noche.

Pero el Charco no sería lo mismo sin su carácter marinero. Decenas de barquillos y chalanas fondean sin control en lo que ha llegado a denominarse como la Venecia del Atlántico. El Ayuntamiento de Arrecife se ha propuesta regularizar los atraques dado que muchos de los barcos están incluso sin matricular. "Aquí lo que se necesita ahora es explotar la lámina de agua con pequeñas embarcaciones de recreo", sostiene Carmen Sáenz.

Uno de los grandes problemas del Charco de San Ginés es la contaminación de sus aguas cuando se producen fuertes lluvias en la capital al desbordarse las alcantarillas en la zona de las Cuatro Esquinas. Con el fin de acabar con este grave problema, el Ayuntamiento de Arrecife ha sacado a concurso un proyecto para el embellecimiento de las Cuatro Esquinas procediendo a la recuperación integral de la zona, cambio de pavimentos, alumbrado público, mejora de la movilidad sostenible y mobiliario urbano.

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