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El centro de la cochinilla abrirá tras casi dos años de adjudicarse su explotación

La empresa Lanzaloe ganó el concurso para gestionar la industria y el centro de interpretación - El Cabildo revisa los equipamientos para cumplir la normativa

Instalaciones del centro de transformación de la cochinilla en el pueblo de Mala. JESÚS PORTEROS

La puesta en funcionamiento del centro de transformación de la cochinilla, ubicado en el pueblo de Mala (Haría), lleva un año y seis meses de retraso después de que el Cabildo de Lanzarote adjudicara en agosto de 2014 la gestión y explotación de esas instalaciones a la empresa Lanzaloe a través de un concurso público. No obstante, se prevé que la demora en la apertura del edificio se alargue aún más. Al menos, "hasta mediados de este año, junio o principios de julio", estimó el consejero de Agricultura del Cabildo, Antonio Morales.

El motivo de la espera de casi dos años para el arranque de esa industria que permitirá transformar la cochinilla de las tuneras en carmín, explicó el consejero, no es otro que "la necesidad de adecuar a la normativa vigente las instalaciones con la supresión de barreras arquitectónicas para personas con movilidad reducida, la revisión de la maquinaria y de la instalación eléctrica, son algunos de los aspectos en los que están trabajando los técnicos del Cabildo y de un equipo de ingeniería externo a la institución al que se le ha encargado la supervisión del centro".

Morales dijo desconocer la inversión que deberá llevar a cabo la corporación insular para modernizar y poner a punto la fábrica. "Hasta que no conozcamos el informe con todas las actuaciones a realizar no sabremos la partida que tendremos que destinar a las mismas", indicó el consejero.

A mediados de abril de 2010 el Cabildo presentó el centro de transformación de la cochinilla, cuyas obras ejecutó el Ministerio de Ciencia y Tecnología con un presupuesto de unos 900.000 euros. Desde entonces no se ha procesado ni un solo gramo de producto. La intención del Cabildo era arrancar la actividad "cuanto antes". La primera piedra se puso en 2007.

Uno de los compromisos de la adjudicataria es mejorar el equipamiento existente con un centro de interpretación dedicado también a la conservación, divulgación y puesta en valor de la cochinilla con actividades dirigidas a la población en general, turistas y visitantes, grupos de escolares, institutos o universidades, entre otros. También se ofertarán rutas guiadas por las plantaciones.

Por otro lado, se aplicarán líneas de investigación y desarrollo (I+D) que permitan aportar nuevos estudios para obtener colorantes.

A raíz de ganar el concurso en agosto de 2014, Lanzaloe contrató a una ingeniero química para investigación y a dos personas para atender el centro de interpretación y la tienda que llevará aparejada, pero, "desgraciadamente, el centro no está abierto, a pesar de que hemos hecho un gasto de personal", lamentó Santiago Padín, director gerente de Lanzaloe.

Debido a la falta de actividad, Lanzaloe no ha satisfecho el canon anual de unos 15.000 euros, incluidos los alrededor de 1.000 euros de IGIC. El contrato espor diez años.

Las dependencias tienen una superficie construida de 431,52 metros cuadrados e incluyen tienda, aseos, almacenes de producto y envases, laboratorio, un despacho y salas de producción y tamiz y molido, entre otros espacios. Con las zonas de aparcamientos, jardines y tránsitos el total de la parcela ocupa cerca de 1.600 metros.

El cultivo de cochinilla se introdujo en Canarias en el primer cuarto del siglo XIX, después de una de las crisis cíclicas de la agricultura, por lo que se planteó la sustitución de los cultivos del azúcar y la vid, según recuerda el Ayuntamiento de Haría. Comenzó en Tenerife y luego pasó a Gran Canaria. A Lanzarote llegó en 1835. Su expansión coincidió con el auge de la industria textil en Europa que demandaba todo tipo de tintes, entre ellos, el carmín de forma destacada hasta la aparición de los sintéticos en el último tercio del XIX.

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