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Un lanzaroteño de 700 años

El análisis en Estados Unidos de una costilla de los huesos hallados en Montaña Mina revela que pertenecen a un varón del siglo XIV

Un lanzaroteño de 700 años

La técnica de datación del carbono 14 aplicado en un laboratorio de Washington (Estados Unidos) a una costilla perteneciente al conjunto de huesos humanos encontrados en septiembre del pasado año en Montaña Mina en las obras de mejora del abastecimiento de agua potable hacia la zona norte de Lanzarote que ejecutó Canal Gestión, revela que los restos encontrados datan de entre finales del siglo XIII y principios del siglo XIV, es decir, unos 700 años, en la época prehispánica. La conquista de la Isla por los europeos tuvo lugar a comienzos del siglo XV (1402) en las costas de El Rubicón, en el municipio de Yaiza.

Los restos pertenecen a un varón que tenía entre 30 y 35 años en el momento de la muerte, aseguró el viernes Marcos Moreno, arqueólogo y codirector de la empresa Tibicena Arqueología y Patrimonio S.L., a la que Canal Gestión encargó el seguimiento de los trabajos y la excavación arqueológica, que financió la adjudicataria del ciclo integral del agua en Lanzarote. El laboratorio es el reconocido Direct AMS Radiocarbon Dating Service de Washington.

La intervención que Canal Gestión llevaba a cabo en la vertiente de Montaña Mina orientada hacia el pueblo de San Bartolomé se paralizó durante un tiempo para permitir los sondeos de los arqueólogos en el trazado de la zanja por la que se estaba instalando la tubería.

Los expertos hallaron un enterramiento diferente de lo que se conocía hasta ahora en Lanzarote, debido a la escasez de información que existe sobre referencias arqueológicas fúnebres. Los huesos estaban en una cista, un tipo de enterramiento que consiste en un foso delimitado por losas y con otra colocada en la parte superior destinada a realizar las funciones de cubierta.

"Las clavículas y la espalda del hombre tienen bastante marcadores de haber hecho, posiblemente, trabajos que requerían esfuerzo y haber sufrido dolores", explicó Moreno. Añadió que "en los huesos se detectaron mordidas de perro" y que se presupone que "a renglón seguido estando el cuerpo casi consumido o ya devorado por los perros, volvieron a recuperarlo y lo enterraron de nuevo en un pequeño agujero dentro de la propia cista". Con la presencia canina, precisó Moreno, se constata otro dato y es que "ya había perros en Lanzarote antes de la conquista".

Las mordeduras de perro son las primeras marcas de ese animal que se documentan en el registro arqueológico de Lanzarote, destacó Moreno.

Asimismo, aseveró que "no sabemos si el tipo de enterramiento hallado en Montaña Mina es fruto de una exposición del cuerpo de forma natural o, por el contrario, se enterró de la manera en la que se encontró y los perros pudieron acceder al mismo, por lo que necesitaríamos hacer más excavaciones con la presencia de huesos humanos para saber si estamos ante un rito que estamos documentado o, simplemente, es fruto de la casualidad".

El joven de Montaña Mina pertenece al primer contexto funerario de Lanzarote estudiado y documentado con técnicas contemporáneas, como es el carbono 14, cuyos resultados han visto la luz. Los huesos se expondrán en el futuro Museo Arqueológico de Lanzarote, aún sin concluir, situado en la calle Fajardo de Arrecife.

En las inmediaciones de Ajei

La zona del hallazgo, que fue tapada para evitar expolios de materiales, está cerca de lo que fue el asentamiento del poblado de Ajei, nombre con el que se conocía a San Bartolomé, y también del yacimiento arqueológico de Zonzamas, uno de los más relevantes de Canarias. Precisamente, en Zonzamas los arqueólogos de Tibicena encontraron en noviembre del pasado año dos esqueletos de niños en los sondeos que le encomendó el Cabildo de Lanzarote después de veinte años de la última excavación realizada en ese área arqueológica, declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de Zona Arqueológica, como la de Ajei.

Ajei está en la base sureste de Montaña Mina, cerca de la rotonda que existe en la carretera que comunica el cruce de vías de San Bartolomé con Playa Honda, a la altura del karting, y a ambos lados de la carretera. Entre el material documentado destacan fragmentos cerámicos y líticos aborígenes.

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