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Entrevista a Gaspar Llamazares

"Estamos a un cincuenta por ciento de posibilidades de las terceras elecciones"

"Las fuerzas políticas autodeterminadas de la regeneración deberían propoponer una fórmula de Gobierno", asegura el excoordinador federal de Izquierda Unida y portavoz de Izquierda Abierta

"Estamos a un cincuenta por ciento de posibilidades de las terceras elecciones"

¿España está definitivamente abocada a unas terceras elecciones generales ante la falta de acuerdo de los partidos políticos para formar Gobierno?

Después de las primeras elecciones comenté alguna vez que se guardasen las pancartas y los carteles. Finalmente, por desgracia tuve razón y se provocaron, creo que innecesariamente, las segundas elecciones por incapacidad política, fundamentalmente de la izquierda. Tras las segundas elecciones se está viendo un panorama muy similar y creo que la incapacidad política está en la derecha, que hasta este momento ha sido incapaz de sumar algún voto a los votos del Partido Popular, que fue el partido más votado pero se está viendo que es el más vetado. Hoy estamos al 50% de probabilidades de las terceras elecciones generales.

¿Ve posible un Gobierno de izquierdas?

Las fuerzas políticas que se han autodenominado de la regeneración o del cambio no deberían quedarse cruzadas de brazos y tendrían que proponer una fórmula de Gobierno sin esperar a nuevas elecciones. Esa fórmula es posible, la hemos reclamado distintos sectores sociales, más de un manifiesto público y sectores del ámbito de la izquierda, el centro izquierda, el sindicalismo. Debería esperarse esa posibilidad porque todavía hay mimbres para un programa básico que sea compartido por los dos tercios del electorado. Es verdad que un tercio del electorado a pesar de las circunstancias ha votado al PP, e incluso ha incrementado su apoyo a ese partido, pero hay dos tercios que siguen apoyando opciones de cambio social y de regeneración democrática frente la corrupción y esos sectores deberían verse representados en un diálogo amplio entre fuerzas políticas diversas -yo no soy excluyente- y formar un Gobierno que podríamos llamar de dignidad nacional o de regeneración.

¿Cuáles serían las prioridades de ese programa?

Tendrían que ver con el empleo, una renta de ciudadanía, la defensa de los servicios públicos, la derogación de Ley Mordaza o con medidas claras de transparencia y lucha contra la corrupción y, a partir de ahí, ver quién se suma a ese programa regenerador. No hay que establecer las líneas rojas a priori sino las coincidencias y ver quién apoya y quién no lo hace.

Usted ha sido una de las voces más críticas con el pacto electoral Unidos Podemos, entre IU y Podemos, y advirtió que IU se dividiría si el mismo se hacía.

Refuté que hubiera una relación mecánica entre coalición y suma de votos. Puede haber una coalición electoral y perder un millón de los votos que teóricamente se iban a sumar. Los espacios electorales no los suman los dirigentes, por muy clarividentes que sean, sino que se suman en un proceso social, que no ha habido, ni tampoco confluencia ciudadana. Luego, no iba a haber una suma de electorados y una parte del electorado se iba a sentir ajena a esa coalición y lo hemos visto, desgraciadamente, en esas elecciones. Por otro lado, anuncié que una coalición de esas características si no se tenían unas garantías muy fuertes en el marco del Congreso de los Diputados podían afectar a tu identidad política durante los años que dure una legislatura y lo estamos viendo. Convierte a Unidos Podemos en una suerte de Grupo Mixto donde las diferentes voces no van a tener suficiente identidad en un marco muy plural. Incluso, una parte del grupo ha pedido también un subgrupo para Andalucía.

Alberto Garzón fue proclamado líder de IU el pasado mes de junio. Aún es pronto para valorar esa responsabilidad, pero ¿le ve futuro al frente de IU?

No hay que darle 100 días, sino un tiempo para que muestre su capacidad. A priori, no tengo ninguna reserva personal hacia la capacidad de Alberto pero sí diferencias políticas que tuvieron que ver en su momento con respecto a cómo se ha formado la coalición, que se hizo en frío. Por otro lado, tengo diferencias respecto a cómo administra IU, que creo durante este periodo es verdad que ha ganado en juventud y agilidad pero ha perdido en pluralidad. La parte de la diversidad de IU, al margen del PC, no se ha visto tan representada y los nuevos mecanismos de participación, en mi opinión, tienen dos caras. Los mecanismos de participación son muy importantes en determinadas consultas a la organización y deben continuar y acentuarse. No se hicieron en relación a las listas de las últimas elecciones. Eso hay que combinarlo con el respeto a la pluralidad, tanto política como territorial, pues no es lo mismo la organización en Canarias, Asturias o Cataluña.

¿Cómo ve a IU en Canarias?

La salud está muy tamizada o limitada por un sistema electoral, que espero se reforme, y siempre ha discriminado a las fuerzas políticas minoritarias. Si hemos sido discriminados a nivel del Estado, mucho más lo hemos sido en Canarias y ser militante de IU en Canarias con esa discriminación tan grave a la representación es una tarea heroica. El militante de IU es un militante muy comprometido en los movimientos sociales, pero tiene que tener resultados y si no los tiene es como la gota malaya. Es decir, poco a poco se le transmite a los ciudadanos que no es útil votar a IU y a eso han tenido que enfrentarse mis compañeros de Canarias y de otras comunidades autónomas durante años.

Usted fue diputado en el Congreso entre los años 2000 y 2015. Ahora es parlamentario en Asturias. ¿Cómo ve la política nacional desde esa comunidad autónoma?

Es una buena atalaya porque significa volver a las raíces, a casa, y eso es muy importante siempre para un político que tiene el riesgo siempre de perder las referencias. Por otro lado, te permite ver la política nacional incluso de manera preventiva. En Asturias pasa lo mismo que en el Estado. Llevamos un año de inestabilidad política con un presidente que en realidad tiene una minoría de los diputados de la cámara.

¿Echa de menos la vida que tenía en la capital de España?

Suelo ir a Madrid todas las semanas o cada diez días a las mesas redondas, debates y demás, con lo que no he perdido el contacto. Si acaso, se echa de menos el Congreso de los Diputados, un ámbito imprescindible de representación de la voluntad política de los españoles, aunque hay muchas cosas que cambiar, pero no descalificándolo.

El viento en Lanzarote es una constante, sobre todo, en verano y ha coincidido con sus vacaciones ¿Qué le gustaría se llevasen por delante los alisios?

Por su puesto, la corrupción en España y un sucedáneo muy poco conocido de la corrupción, que es el cinismo político. Corrupción y cinismo político creo que a veces tienen mucho que ver. Una es una corrupción moral y el otro es una corrupción de la política como dirección de la sociedad y como interlocución de la sociedad. Probablemente, también me llevaría por delante la soberbia, eso de pensar que yo por mis títulos o que me considere representante del pueblo, sea más que nadie. Ni eres más que nadie ni más que los demás.

¿Cuál es su canción favorita?

Cualquiera de Leonard Cohen. Una pudiera ser Toma este vals.

¿Qué libro recomendaría?

Cualquier obra de Camus. La Peste, por ejemplo, y Bomarzo, de Mujica Láinez.

¿Qué prefiere, un vino de la Rioja, sidra asturiana o un vino de la malvasía volcánica de Lanzarote?

La sidra, siempre. La patria chica siempre. En La Rioja nací. Soy hijo de un médico de atención pública domiciliaria, que era lo que había antes de que existiera la Seguridad Social, y prácticamente iban por España en función de los puntos que lograban obtener en los exámenes a los que se iban presentando, como los militares. Mi padre empezó en Logroño, siguió en León y terminó en Asturias. Fuera de Asturias estuve poco tiempo.

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