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Un agradecimiento permanente

Debemos aportar todo el esfuerzo posible para evitar actuaciones irreversibles en los Centros Turísticos

Un agradecimiento permanente

No es fácil encontrar nuevas palabras para hablar de César Manrique. Ya se ha dicho y escrito sobre él y sobre su obra, prácticamente todo. Agradezco la invitación formulada por los trabajadores de los Centros de Arte, Cultura y Turismo esta invitación para pronunciar, en el 24 aniversario de su fallecimiento, que no de su desaparición, unas breves palabras.

Me uno, con enorme respeto, a esta iniciativa. Sin duda no seré yo quien mejor glose la enorme figura de César aunque tampoco sea este el motivo de esta conmemoración, pero sí diré que considero muy necesario y oportuno recordarle, al menos cada año pues en general el olvido nos lleva, por desgracia, a la pérdida de valiosos imprescindibles referentes.

La historia de Lanzarote de los últimos 55 años está directamente relacionada con César Manrique. La pasión por la belleza determinó su vida y en marcó su relación con Lanzarot. Él supo, como antes nadie lo hiciera, poner en valor su sorprendente naturaleza, sus perturbadores y extraordinarios paisajes, su humilde y austera arquitectura popular, extrajo de su naturaleza todo su universo estético, fraguó un espacio de coexistencia por el que transitó de la estética a la ética, de ahí, que le doliera tanto las agresiones al paisaje, auspiciadas por la especulación y la codicia, provocándole indignación y repulsa.

De alguna forma César es inventado por la propia isla, la misma que después reinventaría él. Situó a Lanzarote en el mapa universal. Hoy más que nunca deberíamos aferrarnos a esa filosofía de uso que propuso y que, con la participación, entrega y complicidad de un reducido grupo de personas e instituciones, planteó para esta isla. Lanzarote deberá reconocer y agradecer siempre a César el haber sido el cimiento de los pilares en los que se ha de seguir apoyando su sostenibilidad y su economía.

Su obra más emblemática, los Centros de Arte, Cultura y Turismo están siendo sometidos, algunos de ellos, a intervenciones y adaptaciones en su funcionamiento que, debido a la presión ejercida por el flujo de visitantes que soportan, quizá excesivo, corren el riesgo de que se desvíen de los planteamientos de uso para los que inicialmente fueron concebidos. Debemos aportar todo el esfuerzo y atención que sea posible para evitar actuaciones irreversibles.

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