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Tres sabios de la tierra conejera

Los ganaderos lanzaroteños Asunción Ortega y Manuel Medina y la agricultora Mirita Socas siguen ligados al campo pese a superar cada uno los 80 años de vida

Tres sabios de la tierra conejera

"La agricultura es la profesión propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre", decía el jurista, escritor, político, filósofo y orador romano Marco Tulio Cicerón (106-43 antes de Cristo). Los ganaderos Asunción Ortega y Manuel Medina y la agricultora Mirita Socas han cultivado su sabiduría apegados a la tierra conejera. Estos tres lanzaroteños suman 251 años, dos siglos y medio de experiencias cuyas raíces aún alimentan del campo, el cual se resisten a abandonar en su totalidad. Asunción, Manuel y Mirita dieron a conocer ayer sus respectivas trayectorias en el IV Foro de Agroecología y Biodiversidad en Canarias celebrado en el pueblo de Haría.

Z ASUNCIÓN ORTEGA, la pastora de Nazaret

A sus 84 años Asunción revive cómo desde que tenía tres años "ya estaba detrás de los animales". Nació en una familia ganadera y todavía se dedica al pastoreo de cabras, las de sus nietos, uno de ellos veterinario, de las que extraen la leche para la industria quesera que han montado. Una actividad que le "encanta", reconoce. "El ganado de mis nietos, que tiene 600 cabezas, tiene su pastor, pero es tanta la sensación de sentirme tan cómoda, que voy con el ganado de cabras".

"Lanzarote era una isla de sustento de ganado y quien no lo tenía pasaba ganas de comer. El ganado se pastoreaba por todos sitios", asevera la veterana ganadera.

Asunción no entiende "cómo las instituciones no dejan ampliar los corrales si hacen falta más reses". Advierte de que "ser ganadero es muy duro porque las cabras no tienen días de fiesta y es un trabajo que requiere de mucho. Hay que darle de comer a los animales, limpiar, hacer queso... En definitiva, hay que hacer de todo". Sin embargo, se pregunta "a qué se dedican los jóvenes hoy si no tienen futuro. Lo más que se ve en Lanzarote es el ganado y podían dedicarse a él. Hay muchas queserías en la Isla y un día se van a vender los quesos unas a otras".

Lamenta que "la agricultura haya ido a menos. ¿Qué nos queda? La mala hierba se ha ido extendiendo tanto que no va a dejar ni paso para los animales comer, que es lo peor que estoy viendo. Como ya no se trabaja el campo el pasto se va acabando y creciendo esa hierba tan mala. Vamos a peor". Añade que "para que un terreno esté apto para plantar tienes que estar por lo menos trabajándolo un año, otro para coger la cosecha y luego no tienes dónde venderla".

Z MANUEL MEDINA, ganadero, pescador y salinero

"Nací enredado en cabras", asevera Manuel, natural del pueblo sureño de Las Breñas. De eso hace ya 86 años. "A los cinco o seis años ya pastoreaba cabras. Con 10 años y hasta los 27 me fui a un cortijo en la costa, cerca de Playa Blanca, donde también sembraba o araba con una yunta hasta que cogí otra ruta en 1957", rememora. Ese nuevo camino, lejos de tierra firme fue la pesca, "muy lejos de mi casa durante meses. Tenía que buscarme otra cosa en los momentos malos en el campo", explica Manuel, quien también trabajó en las salinas de Berrugo, en Playa Blanca.

"Eran tiempos muy duros y se pasaban muchas fatigas. Si no llovía, las cabras no comían y no daban leche. Se pasaba muy mal. No es como hoy, que tienen la comida que le ponen en los pesebres y no lo que le da la tierra. La leche ahora no es igual. Antes muchas cabras se morían, otras se escapaban. Comían las raíces de lo que encontraban y hoy la hierba se puede coger con las manos", indica Manuel.

Presume de "no haber visto un médico hasta cerca de los 80 años", dando muestra de lo saludable que es alimentarse del campo. "Me crié con leche y gofio y con eso sigo. Muy poco en mi vida he estado sin comer ni leche ni gofio".

Para este vecino de Las Breñas "lo ecológico es hacer lo que da la tierra. Si llueve bien, si no hay que buscarse otra cosa". Antiguamente, "el único abono que había era el estiércol, no todos los productos que hay hoy en día" concluye.

Z MIRITA SOCAS, el campo para sentir que "estoy viva"

Con 10 años ya ayudaba a su padre, Sebastián Socas, en las labores agrícolas en varias fincas del municipio de Haría como Malpaso, Trujillo, La Atalaya y Las Quemadas. Papas, arvejas, lentejas, judías, cebollas, garbanzos y chícharos son algunos de los cultivos a los que se dedicaba Mirita junto al cuidado de sus cabras, cuyo estiércol aprovechaba para abonar las plantaciones familiares. "Con eso bastaba. La atmósfera estaba más limpia, no como ahora que vienen bichos de fuera y enferman las plantas".

A sus 81 años asegura que el campo le da "energía y vida" y se aferra con intensidad a sus recuerdos en la tierra y a lo que su salud le permite hoy en día para "sentir con la agricultura que estoy viva". Anima a los jóvenes "a acercarse al campo para darse cuenta de que pueden vivir. Allí lo tienen todo, legumbres, verduras, leche...hay de todo". En la actualidad arrima el hombro para obtener la cosecha que le ayude a cubrir las necesidades de su hogar.

Cuenta Mirita que cuando se fue con 32 años a trabajar de limpiadora y lavandera al hotel Lancelot , en Arrecife, y luego a Apartamentos Maribel, en Puerto del Carmen, echaba en falta las labores agrícolas. "Me dieron 36.000 pesetas con la liquidación y les dije a mis hijos que había ganado un dinero que no había sudado. Claro, acostumbrada al campo a trabajar de sol a sol, me parecía mucho dinero". Aún así, nunca abandonó la agricultura, aunque le dedicara menos tiempo. "Si tenía tiempo cuando salía de trabajar y en mis días libres, iba al campo", recordó.

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