Felipe de León Rocío se resiste, a pesar de sus 93 años, a dejar totalmente de lado la tonelería artesanal, el oficio al que se ha dedicado toda su vida. Acude cada día a su taller de la Avenida Alcalde Antonio Cabrera Barrera -conocida como Avenida de Las Palmeras- situado en el pueblo de San Bartolomé y a escasos metros de la escultura que fue descubierta ayer en renococimiento a su labor y a la del gremio tonelero.

El homenajeado no puede estar "más contento", aunque admite que cuando el ayuntamiento le comunicó la iniciativa lo primero que pensó fue que nunca se le había pasado por la cabeza que "en el pueblo me apreciaran tanto". Preferiría que hubiera sido su padre, Felipe de León Tejera, quien se viera representado en la obra escultórica realizada por el artista lanzaroteño Rigoberto Camacho, ya que "él fue quien empezó este oficio" del que su hijo es el único testigo que queda en Lanzarote y también en Canarias, según indicó.

El progenitor de Felipe de León se fue a trabajar a Cuba entre los años 1917 y 1922 y allí se dedicó a la construcción de carretas para recoger la caña de azúcar, recordó su hijo. En la isla caribeña obtuvo los primeros conocimientos en tonelería que luego convirtió en su sustento tras regresar a Lanzarote. Precisamente, desde Cuba se trajo los primeros barriles de madera de roble que se empleaban para almacenar el ron. "Cuando llegaban a la Isla los desarmaba para hacer toneles de 90 litros donde guardar el agua para los camellos", recordó Felipe. También aprendió la fabricación artesanal de toneles, barriles, cubos, cantimploras, togios y otros tipos de repicientes de manos de un tío suyo.

Felipe comenzó a los 17 años a trabajar entre maderas de robles y castaños y en la actualidad, aunque la dedicación es menor y repara de vez en cuando alguna barrica, la tradición familiar no se ha perdido por completo.

La aparición del acero inoxidable ha llevado consigo el declive de la tonelería, que en Lanzarote ha tenido un amplio uso para almacenar el vino. El sobrino de Felipe, Juan Miguel Corujo, de 31 años, hace de su imaginación un arte y le da un nuevo uso a la tonelería. A base de duelas -cada una de las tablas que forman las paredes curvas de los recipientes- y moldes, entre otros elementos, crea mesas, sillas, sillones y hasta puertas. "Mi padre me dijo que no perdiera la tradición familiar y por eso me dedico a esto", indicó el joven maestro.

La alcaldesa de San Bartolomé, María Dolores Corujo, aseguró ayer que "personas como Felipe de León han amado y mantenido vivo su trabajo a pesar de la dureza de lo artesanal, manteniendo abierto el último taller tonelero del Archipiélago, y son las que merecen todo el reconocimiento que podamos darle". Añadió que "decirle gracias es poco, pero hacerlo pervivir en un pequeño pero importante espacio público, engrandece la labor de la tonelería y la suya en particular. Como buena muestra son sus ajadas manos por el desgaste del trabajo de toda una vida". El Rancho de Pascua de Tinajo actuó en el acto, que continuó con chocolatada y truchas.