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Nuevos inquilinos bajo el océano

Jason deCaires ultima los preparativos para sumergir las esculturas que completarán el centro turístico

Nuevos inquilinos bajo el océano

El Museo Atlántico de Lanzarote, situado en la bahía de Las Coloradas, en Playa Blanca (Yaiza), se prepara para recibir a partir de los próximos días los nuevos conjuntos escultóricos que ha creado el artista británico Jason deCaires Taylor para esa instalación, promovida por los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo y la primera submarina de ese tipo en Europa.

Una de las piezas más impresionantes de las alrededor de 250 esculturas que se sumergirán es el muro de 20 metros de largo que ejercerá como límite entre dos realidades y de acceso al Océano Atlántico. Diez piezas, de diez toneladas de peso cada una, forman esta inmensa pared que incluye una puerta de tres metros de altura a cuyo umbral se dirigen las 35 figuras humanas -el conjunto escultórico se denomina El Rubicón- para las que se emplearon como modelos a personas de Lanzarote. Esta última obra se colocó el pasado 31 de enero junto a la denominada La balsa de Lampedusa, que representa el viaje de las miles de personas que atraviesan el mar en una embarcación neumática huyendo de la guerra y la miseria en busca de una vida mejor. El autor rinde un homenaje a los que lo logran y a los que mueren en el intento.

El muro, debido a sus dimensiones, se hizo en la constructora lanzaroteña Hormiconsa con el hormigón de ph neutro del que están hechas todas las obras del museo submarino para no contaminar el medio. De hecho, han favorecido la floración y la aparición de ecosistemas marinos a su alrededor con especies de la Isla.

Otra de las nuevas creaciones, también de gran impacto, es el nido humano formado por unas 220 personas a tamaño natural, unas encima de otras formando un círculo. El escultor explicó ayer que "se trata como si estuviéramos flotando en el mar y al final la naturaleza tuviera el poder para cambiar a los humanos".

La fuente y la piscina, con un espejo al que simula mirarse una chica, "el mar dentro del mar", como la definió el escultor, es otra de las propuestas con las que nos invita a reflexionar el artista británico.

Hombres de negocios

Por otro lado, está presente el mensaje de oposición de contaminación del mar por hidrocarburos, como un guiño al amplio rechazo que los lanzaroteños demostraron en las masivas manifestaciones de junio y octubre de 2014 a las prospecciones petrolíferas en aguas cercanas a la Isla y a Fuerteventura. Un grupo de hombres de negocios, entre los que figura un ejecutivo sentado sobre la silla de un columpio y otro con una soga en lugar de su corbata, se integran en esa escena que invita a la conservación de los mares.

Cuando se hayan colocado todas las esculturas, el museo tendrá alrededor de 300 piezas. Junto a El Rubicón y La balsa de Lampedusa se encuentra Contenido, una pareja tomando un selfie que insta a pensar sobre las nuevas tecnologías y la autorreferencialidad.

Las esculturas híbridas son una fusión armónica de naturaleza y humanidad que referencian la rica vegetación de Lanzarote. Mitad humanas, mitad cactus, constituyen una parte importante del jardín botánico.

Los jolateros, que se hundieron en los primeros trabajos de inmersión, representa a las tradicionales embarcaciones de Lanzarote, típicas de la zona del Charco de San Ginés. Bajo el agua se convierten en una metáfora de un posible futuro de los niños marcado por la precariedad que supondrían navegar en un barquito de hojalata.

Por último, la agrupación Los Fotógrafos, como ocurre con la pareja del selfie, abre un debate sobre el uso de las nuevas tecnologías y el vouyerismo. Se pone de relieve la ligazón entre arte y naturaleza, pasado y presente y pretende trasladar cierto cuestionamiento crítico sobre los recursos naturales.

Puede parecer una paradoja, pero las esculturas son 'absorbidas' por la vida submarina, que se ha incrementado "más del 200%" desde que se instaló el museo, destacó deCaires. "El éxito más grande del museo es que tenemos más vida marina", se congratuló el escultor.

Así, según deCaires, que también es instructor de buceo y naturalista submarino, "se pueden ver bancos de sardinas, angelotes, pulpos, rayas, bicudas, gallos, algas, esponjas y caracoles, entre otras especies". El arte de deCaires evoluciona como consecuencia de los efectos de la naturaleza y se convierte en inmortal dentro de ella porque lo acoge en su inmensidad.

Inmersión a pulmón

El apneísta profesional Miguel Lozano visitó el museo en la mañana del pasado 14 de noviembre. Lo recorrió de punta a punta, sin salir a la superficie para respirar, durante más de cuatro minutos. Bajó hasta un máximo de 16 metros de profundidad, aseveró la pasada jornada Nuria Olive, propietaria de la escuela de buceo Atlantis Diving Lanzarote, situada junto a la escuela de buceo Apnea Canarias Lanzarote, de la que es copropietario Lozano, al igual que en Apnea Canarias Tenerife, Dahab Freediving (Egipto) y Freedive AIR Indonesia.

Especializado en las modalidades de profundidad, Lozano se ha proclamado doble subcampeón del mundo en dos de las tres disciplinas de profundidad (Peso constante sin aletas e Inmersión Libre) en el Campeonato del Mundo AIDA de profundidad de Chipre en 2015. El 30 de Mayo de 2016 se sumergió hasta los 122 metros de profundidad en Inmersión Libre durante el Caribean Cup en Roatán (Honduras), un logro que en la actualidad lo sitúa como la segunda persona más profunda del mundo en esta disciplina, a tan sólo dos metros del actual récord mundial (124 metros). Son algunas de sus gestas. También ha sido el primer español en llegar a los 100 metros en la modalidad de peso constante (aleteando).

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