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Navidad Tradiciones y actos

El belén de una arqueóloga

La doctora en Prehistoria Nona Perera siente pasión por la elaboración manual del nacimiento, una tradición de su abuela Andrea que mantiene hace 30 años

El belén de una arqueóloga

La casa de Nona Perera se convierte estos días en cita obligada para amigos y conocidos. Todos quieren ver de cerca ese portentoso Belén que cada año esta doctora en Prehistoria y reconocida arqueóloga de la isla hace cada año en su casa de Arrecife. Al Belén no le falta detalle, más de 200 figuras pueblan esta pequeña gran obra. Resulta tan minucioso, que siempre cabe la posibilidad de repetir visita para poner detenerse en algún aspecto que haya llamado la atención. Como las ovejas pintadas como cebras, la cesta de naranjas, hechas con boliches y también con migas de pan. Las nubes de guata que cuelgan del cielo azul, poblado de estrellas que tiritan a lo lejos.

Aunque parezca mentira en este Nacimiento también suele utilizar cultivos verdaderos. Semanas antes planta en su jardín lentejas, cebada, después las corta y las utiliza para decorar su Portal, y así consigue darle ese punto de autenticidad que tanto aprecian los amantes de estas construcciones.

Nona dedica gran parte del año a buscar los elementos que considera imprescindibles para que la obra no pierda su acostumbrado esplendor. Este año aprovechó algún viaje por la península para buscar por mercadillos navideños esas piezas que requerían un recambio. Sobre todo el musgo, y alguna que otra figura, tan bien hecha que no pudo evitar la tentación de traérsela a Lanzarote.

En este Nacimiento tradicional todo cuenta, desde la yerba, sobre la que pastan los animales, la arena rubia o tostada por la que caminan los pastores. Y así en un trabajo incuestionable se va conformando el gran puzle. Hasta que tres o cuatro días antes de su presentación oficial, Nona Perera se tiende en su sala, y comienza con la tarea más delicada: poner en su lugar a este amplio abanico de figuras, flores, arbustos, frutas, fuentes. Sin menospreciar el esfuerzo que supone descubrir cómo se puede lograr que uno de los personajes se ponga a orinar en uno de los barrancos bajo la atenta mirada de varias ocas silenciosas. En cada nueva edición de esta aventura siempre trata de incorporar novedades, que sirvan para enriquecer la obra.

Perera reconoce que todo esto lo hace por puro placer: "Me encanta la Navidad, y todo lo que conlleva, las luces en las calles, las comidas ricas en casa, con los amigos y la familia. Si fuera por mí, todo el año, salvo los días del Carnaval, me gustaría que fuera Navidad".

Resulta paradójico, Nona Perera siempre se ha declarado atea, pero su pasión por estas construcciones navideñas va más allá de la religión, o de la fe. Ella lo hace por tradición, por seguir los pasos de su abuela Andrea García de León y también por el divertimento que supone ver cómo se gesta delante de sus ojos esta obra de paciencia y pasión.

Su abuela Andrea fue para ella un referente. Una mujer capaz de convertir en realidad los sueños. Costara el tiempo que fuera, y una de las cosas que más le gustaba hacer era precisamente construir un hermoso Belén. Las figuras eran de barro y para el suelo encargaba que le trajeran arena de jable y rofe. Tal vez de ahí le viene a Perera la afición por coleccionar tierras del mundo. En alguna que otra Navidad ha puesto arena de Libia o de esa con la que se cubre las plazas de toros en Sevilla.

De momento su hija, que también se llama Andrea, prefiere jugar en el Belén que hace su madre. De vez en cuanto lleva por allí sus muñecas para disfrutar de estos largos días de vacaciones.

Nona Perera reconoce que le encanta el ambiente que se crea en el salón. Con el Nacimiento iluminado, las velas, y las ricas comidas que organizan en esta parte de la casa. Su obra se ha hecho tan popular entre sus amigos y conocidos, que hasta el párroco de San Ginés, Miguel Hernández, ha estado de visita, contemplando el famoso Belén de Nona, la doctora en Prehistoria.

Ya queda poco para que terminen estas fiestas, a partir de este fin de semana, Perera empezará con la tarea que menos le gusta: desmontar su Belén. Guardar las figuras en las cajas correspondientes. Las tiene todas señalizadas: las de las gallinas, pastores y así hasta completar sus más de 200 figuras con las que cada año celebra de esta forma una de las fechas que más le apasionan.

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