El Museo Atlántico de Lanzarote acaba de abrir de par en par su puerta a una nueva vida a unos 14 metros de profundidad en la bahía de Las Coloradas, en Playa Blanca (Yaiza). Esta instalación, promovida por los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote (CACT), ha completado el hundimiento de las 230 esculturas de la segunda y última fase del nuevo atractivo con el que cuenta la Isla. En febrero de 2015 se colocaron en el lecho marino las 70 primeras obras de arte, intervención que tuvo entonces una repercusión mediática en todo el mundo. El artista británico Jason deCaires Taylor ha creado las 300 piezas a lo largo de dos años de trabajo.

La consejera de Turismo, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, Mariate Lorenzo, destacó ayer que el Museo Atlántico, el primero submarino de Europa, "se ha convertido en la intervención turística con el mayor y más largo impacto internacional que jamás ha tenido una acción emprendida por el Gobierno de Canarias en toda la historia del turismo". Detalló que "931 millones de personas en todo el planeta han visto imágenes del museo, por lo que si fuéramos a contratar una campaña publicitaria para darlo a conocer, la misma nos costaría en torno a los 65 millones de euros".

Lorenzo dijo a su vez que "hoy [por ayer] es un día relevante para el turismo en Canarias porque este museo sitúa en el mapa a las Islas Canarias y también es un claro exponente de las sinergias entre turismo, cultura y deportes". Precisó que "turismo porque es un atractivo turístico, cultura porque de la mano del artista Jason deCaires se han hecho las esculturas y de interés deportivo porque va a potenciar el turismo náutico".

El creador se mostró "contento" con el resultado de la instalación porque "se ve muy bien en el mar" y definió su creación como "una puerta que permitirá a la gente de la Isla y a quienes nos visitan conocer el mar tan precioso que tenemos". Reconoció que esperaba la expectación y la atracción que ha generado el museo y avanzó que ahora dedicará su tiempo a descansar.

DeCaires y el presidente del Cabildo, Pedro San Ginés, inauguraron oficialmente la pasada jornada el Museo Atlántico, que ha recibido en sus diez primeros meses de vida, entre el 2 de marzo y el 31 de diciembre del pasado año, unas 4.500 visitas de buceadores. Las inmersiones, suspendidas en el último mes para poder finalizar los trabajos en el Museo Atlántico, se reanudaron este martes.

Como en cualquier inauguración institucional, en el Museo Atlántico también hubo corte de cinta, pero con la particularidad de que este gesto simbólico se realizó debajo del agua. DeCaires y San Ginés fueron los encargados de llevarlo a cabo y expresaron desde el fondo del mar su deseo de que el Museo Atlántico "represente un portal hacia otro mundo y fomente un mejor entendimiento de nuestro precioso medio marino y de nuestra máxima dependencia de él". Estas palabras que fueron seguidas en directo desde la embarcación que trasladó a las autoridades y buceadores al acto.

San Ginés expresó su satisfacción "por haber completado un proyecto de tal magnitud, que incluso antes de su inauguración ha sido una valiosa forma de promocionar internacionalmente a Lanzarote, lo que también se sumará notablemente a la industria turística de la isla ".

El consejero de Turismo del Cabildo, Echedey Eugenio, aseguró que con la finalización del Museo Atlántico, "Lanzarote tiene otra característica para diferenciarse de otros destinos competidores. El Museo Atlántico se convertirá, sin lugar a dudas, en una atracción y una manera de promover el valor incalculable de un destino que destaca por su calidad y excelencia". Confió en que "este nuevo espacio sea un revulsivo para un destino que tiende a captar un turista de un poder adquisitivo mayor, relacionado con los deportes náuticos y a poner en valor nuestros fondos marinos".

DeCaires ha realizado instalaciones de esculturas subacuáticas en Cancún, Grenada y Bahamas, pero su intervención en el Museo Atlántico incluye las estructuras arquitectónicas más grandes que ha creado. Se trata de la pared de 100 toneladas de peso y 30 metros de largo; la escultura de un jardín botánico que hace referencia a la flora y fauna local y un conjunto de 200 figuras humanas de tamaño real que forman un torbellino humano. Es precisamente, este último giro el que tiene una especial relevancia para su autor, tal y como explicó. "Representa una llamada de atención a la crisis que se vive en el mar. Estamos en una época muy importante y hay muchos problemas en los océanos del mundo y este conjunto escultórico viene a dar ese toque".

Las 300 piezas se distribuyen en una secuencia de 11 instalaciones. A comienzos de 2016 se colocó la agrupación de 35 figuras humanas de El Rubicón, que son las que se encaminan a la puerta y la gran pared de reciente inmersión. La balsa de Lampedusa, una reflexión sobre la crisis humanitaria en el Mediterráneo; Los jolateros, en homenaje a las embarcaciones tradicionales del Charco de San Ginés; Contenido, que representa a una pareja haciéndose un selfi; Las esculturas híbridas, parte de un jardín con figuras mitad humanas y mitad cactus; y Los fotógrafos, que plantean un debate sobre las nuevas tecnologías, formaron parte de la primera remesa de esculturas.

A finales de 2016 llegaron los nuevos inquilinos al museo. El inmortal ha sido moldeado con un pescador local de La Graciosa y esta obra se compone de una serie de palos y representa una pira funeraria tradicional.

En Cruzando El Rubicón, 35 figuras humanas se dirigen hacia una pared submarina con una puerta central, con la que el escultor refleja un límite entre dos realidades y un portal al Océano Atlántico. El muro, de cuatro metros de altura, pretende ser un monumento al absurdo, una barrera disfuncional en medio de un vasto espacio fluido, tridimensional, que puede ser evitado en cualquier dirección. Subraya que las nociones de propiedad y territorios son irrelevantes para el mundo natural. El muro recuerda que no podemos segregar nuestros océanos, el aire, el clima o la vida silvestre.

Portal representa una joven chica híbrida mirando hacia un gran espejo cuadrangular que refleja la superficie del océano en movimiento. Forma parte del jardín híbrido y el espejo se eleva sobre estructuras con forma de cactus.

Descontrol es un parque infantil en el que juegan trajeados hombres de negocios en un columpio y dos balancines, uno de los cuales hace referencia a una bomba de extracción de petróleo.

En el Remolino humano, antes de la salida del museo, unas 200 obras figurativas a tamaño real recuerdan que hemos evolucionado desde la vida marina y estamos sujetos a la voluntad del océano.