El pueblo de Femés inauguró anoche las fiestas de San Marcial del Rubicón, patrón de Lanzarote, con el pregón de Martín Rodríguez Camacho, natural de esa localidad del municipio de Yaiza y miembro de la comisión organizadora de los festejos durante varios años.

A pesar de vivir en Tías, Rodríguez mantiene su devoción por San Marcial y así lo dejó patente en su intervención, en la que compartió con el público vivencias y anécdotas relacionadas con este encuentro festivo desde que era "muy pequeño" y solía levantarse muy pronto cada 7 de julio (día de San Marcial) "para ir contabilizando los coches, guaguas y los peregrinos que venían de promesa, ya que llegaban de todas partes de la Isla, además de los que se acercaban por estas fechas desde las islas vecinas, como Fuerteventura y La Graciosa". Las laderas se llenaban de coches, recordó Rodríguez, "y alrededor del aljibe de la plaza, se encontraban los camellos y burros, tuchidos y echados en esos lajares de la calle que daba toda la vuelta a la iglesia y plaza". Costumbres que han ido desapareciendo poco a poco.

El pregonero considera que Femés tiene que "echarse a la calle en estas fiestas" y ser más participativo desde el momento de los preparativos, es decir, "desde el primer día que haya que reunirse para acordar cosas tradicionales y participar como lo hacíamos en años anteriores". Subrayó que San Marcial "tiene que ser el patrón de todos los conejeros y conejeras de Lanzarote". El santo es además copatrón de la Diócesis de Canarias, pues bajo su advocación el Papa Benedicto XIII erigió en 1404 la Diócesis Rubicense en el sur de Lanzarote.

Menos ambiente

Rodríguez echó en falta más decoración del pueblo en la actualidad, pues esa ambientación antes se extendía "desde el cruce de Femés, el pueblo de Las Casitas, hasta llegar a los pies de San Marcial y ahora apenas se colocan unas pocas luces y banderas en la plaza, y digo pocas, porque la iglesia que también se decoraba con bombillas de luces actualmente tampoco se hace", lamentó.

Por otro lado, el pregonero rememoró cómo desde el mes de mayo los vecinos se preparaban para celebrar San Marcial. "Muchas de las mujeres mandaban un escueto telegrama a los maridos que estaban embarcados con la siguiente frase: 'En el mes de mayo las chicas desnudas y San Marcial encima'. Otros iban pintando sus casas y limpiando los jardines.

Entre las anécdotas que citó está la del perro que "tenía el señor Víctor que vivía en la esquina del muro, al que no le gustaba la fiesta y tras escuchar el primer volador enroscaba el rabo y cogía la vereda de la majadita y se iba casi dos semanas al pueblo de Las Casitas y no regresaba a la casa mientras viera movimiento de coches y animales ataviados hacia San Marcial".

Otro de los momentos fue cuando Rodríguez recordó que a él y a Juanito Cáceres los mandó el curo Manuel Merchán a que "le llenásemos las vinajeras de agua y vino. La del vino bien, pero la del agua le pusimos vodka y cuando termino la misa nos dijo que la misa no le había valido porque tenía alcohol, a lo que le contestamos: ¿Y el vino qué? ¿No tiene? una pequeña ruindad por su 'simpatía' porque todo lo que pasaba en el colegio, venía y lo largaba aquí en las misas, y, claro, al enterarse nuestros padres, ¿qué pueden ustedes pensar que pasaba?".

Las obras de teatro, la ráfaga de viento que levantó la mitra a San Marcial, la restauración de la imagen, que "lo dejó de pasta y ojos algo más tristón", o el borracho al que siempre echaban de misa fueron otros de los recuerdos.