El XXVIII Festival Campesino convirtió anoche el escenario del Charco de San Ginés en un imaginario muelle de los años cincuenta en el que se ambientó el espectáculo Piel Canela, un relato de los sentimientos de dos emigrantes canarios retornados, que se presentó al público a través de danzas tradicionales de las islas y canciones populares latinas.

La Agrupación Folclórica Los Campesinos, de Lanzarote, abrió las actuaciones con el Arrorró de Femés, en homenaje al autor de la novela Mararía, Rafael Arozarena, y continuó con la habanera Fúlgida Luna con la que tuvo un recuerdo para el "pueblo catalán" por las víctimas del pasado jueves en los atentados terroristas.

El viaje musical de la primera parte del evento continuó con el sorondongo Mancha Blanca (dedicado a la patrona de Lanzarote), las seguidillas En el aire del aire, la Saranda campesina, Las folías del vino, Las malagueñas a los hijos, la Isa del campo y Calixto.

Tras la aplaudida actuación de Los Campesinos le tocó el turno al grupo Añate, de Tenerife, que puso en escena Piel Canela, con vestuario de los años cincuenta, en la segunda parte del concierto con un repertorio de música y danza que encandiló a los espectadores.

La Piel Canela, tostada por el sol de ambas orillas del Atlántico, "un solo mundo de pasiones y sentimientos encontrados, una casa donde todos hablamos igual", acercó a los presentes géneros como la ranchera y el bolero de México, el son y el cha cha cha de Cuba, el tango de Argentina o la copla española. Quizás, Sombras nada más, Y sin embargo te quiero, El rey, Somos o Volver fueron parte de los andares de un paseo por la cultura musical de "tantas tierras mojadas por el Atlántico", en la que también tuvieron cabida las malagueñas de Lanzarote, las seguidillas de Gran Canaria y la polka majorera. Las actuaciones se intercalaron con vídeos, poesía y montajes de audio.