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Un invento higiénico y antivandálico

Un joven lanzaroteño ha ideado un dispositivo que disuade a quienes orinan en la calle

Un invento higiénico y antivandálico

Rubén José Almeida es un joven lanzaroteño de 32 años que acaba de patentar un invento que busca reducir la necesidad de vigilancia para evitar las micciones en la vía pública.

El dispositivo que ha ideado detecta la orina, a través de dos electrodos que estarían integrados en el suelo. El condensador varía su sensibilidad y, lo que resulta igual de curioso, va conectado a unos aspersores que se ponen en funcionamiento cuando se activa el circuito, rociando con agua al incauto que decida orinar en público. Esta alerta en forma de agua puede ser sustituida por otras de carácter lumínico o sonoro, o incluso por alguna grabación de advertencia.

¿Quién dijo que estaba todo inventado? Y como suele ocurrir con los inventos, estos surgen de la necesidad. Nos cuenta Rubén que, cuando regentaba un bar en La Tiñosa (Puerto del Carmen), solía ser habitual que algunos se dedicaran a orinar en la parte trasera de su local, junto al muro exterior de la cocina; sobre todo durante las fiestas. "Al día siguiente, siempre tenía que salir fuera y soportar aquel olor, mientras lo limpiaba", recuerda hoy.

Así que decidió ponerse a pensar sobre cómo podría disuadir a aquellos que elegían su rincón para hacer aguas menores. "Inicialmente pensé en algún tipo de descarga eléctrica", nos comenta mientras sonríe. Luego, lógicamente, fue madurando la idea y terminó por patentar su dispositivo en el año 2012. "He tardado en patentarlo porque estos asuntos van muy lentos, pero ya podemos pensar incluso en buscar apoyos financieros nacionales o internacionales que me ayuden a sacar adelante el proyecto de Geosmina".

Geosmina Systems, ese es el nombre con el que ha bautizado su higiénico y cívico invento que, por otro lado, le ha supuesto una inversión nada desdeñable: "En estos años, en los trámites y los diseños de los ingenieros, quizá me habré gastado unos 20.000 euros", calcula grosso modo. Pero su trabajo de diseño continúa hoy ya que los ingenieros trabajan en el producto final, que sufrirá algunas variaciones con respecto al prototipo que nos muestra Rubén en su taller, "porque se introducirán especificaciones y otros elementos e instrucciones para que resulte sencillo instalarlo para el usuario", aclara.

Cuando nos aventuramos a preguntarle por un posible precio de venta del Geosmina, Rubén no se atreve a hilar fino, pero apunta que no será caro: "Quizá unos 200 euros", acotaba finalmente.

De fácil instalación

Diríamos que la preinstalación es sencilla, porque sólo precisa de una toma de agua y otra de corriente. "Es un sistema sencillo, en el que cuando se cierra el circuito, se activan los aspersores. Luego cuentas con la posibilidad de regular el tiempo durante el que estarán funcionando", explica. La idea es colocar los aspersores en una pared, con el objeto de rociar con agua al incívico ciudadano que decida orinar en la vía pública. Sin embargo, Rubén confía en que la presencia de este mecanismo por sí sóla, ya que vendría acompañado por un cartel informativo, "disuada a la gente de hacerlo allí", donde esté instalado.

El circuito que ha inventado Rubén Almeida responde a la sensibilidad del componente salino, presente en la orina; así que también ha establecido una gradación de sensibilidades en este aspecto: "La sensibilidad te la da la sal, pero podría saltar también con lluvia; en ese caso, regularías el sensor para que esto no ocurriera".

El aparato va sujeto a unas plantillas, que van adheridas al suelo. La superficie de cobertura es amplia ya que admite varias plantillas para un mismo dispositivo.

Quizá sea Geosmina Systems una buena salida para muchas situaciones en las que ni las campañas preventivas de salud pública ni la imposición de sanciones dan resultados. Seguro que usted conoce más de un lugar de su ciudad donde colocaría este invento.

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