La reconocida fotógrafa Carmela García inauguró en la noche de este jueves con la lectura de su pregón las fiestas patronales de Yaiza, en honor a Nuestra Señora de Los Remedios. García, originaria de Yaiza, donó al municipio su fotografía de gran formato Ofelia III, presente en el salón de actos de la Casa de la Cultura Benito Pérez Armas, perteneciente a la serie Ofelias.

La pregonera rememoró su "primera infancia" en el pueblo, a finales de los sesenta y principios de los setenta del siglo pasado, "unos años que fortalecieron en mi interior un sentimiento muy grande de seguridad y pertenencia, herencia que llevaré siempre conmigo", destacó.

"La infancia es la patria. Es dónde uno se cría y tiene sus primeros recuerdos, es el lugar privilegiado por excelencia porque es dónde hemos visto la luz por primera vez y dónde hemos aprendido a amar. Adentrarme en la memoria de esa época ha sido un viaje de dentro a afuera en el que lo propio, lo familiar y lo íntimo se convierte en social, en relato o retrato costumbrista", afirmó García.

Así, se remontó a la época en la que vivían sus abuelos paternos y recordó que su abuela Juana Bravo murió cuando ella tenía ocho años. "La recuerdo como una matriarca que se fue muy pronto y que dejó un inmenso vacío", afirmó. De su padre, Evaristo, "aprendió el amor a la vida" y de su madre, Gertrudis, "la valentía".

De su relato formó parte también el "devenir cíclico" con las fiestas, la mayoría religiosas, que se sucedían con las estaciones del año, como los carnavales, la Semana Santa -"con las tristes procesiones del Viernes Santo recorriendo las calles alrededor de la iglesia"-, el Corpus Christi, San Juan, Los Remedios -"el acontecimiento del año, sin duda, en el pueblo"- y las Navidades.

Por otro lado, la pregonera describió cómo "los chinijos nos pasábamos la vida en la plaza, la pimienta negra tenía la categoría de árbol notable y simbólico, aunque hoy esté relegada a un lugar solo ornamental hubo una época en que debajo de la pimienta negra jugábamos a todo, a la soga, al anillito, con los hilos, al palmo, con los yoyós, nos subíamos a sus ramas, hacíamos bolitas con su resina pegajosa, conocíamos a la perfección todos sus vericuetos, charlábamos, nos hacíamos confidencias€nos pasábamos allí las horas muertas".

Adolescencia "rupturista"

Reconoció que cuando se hizo mayor le asombraba ver "el pueblo vacío porque yo lo recordaba lleno de vida, libres de correr y jugar, de entrar en la casa del cura, en la casa de abuelita, en la iglesia, en el muro de la iglesia, en el parque de arriba, en el parque de abajo que eran los dos la misma plaza, debajo de la pimienta negra€todo era casa".

Por otro lado, aseguró que "los mayores tenían su lugar, ahora me parece que se ocuparan de nosotros sólo con su presencia". Sin embargo, dijo no recordar "a nuestros padres ocupados en sus quehaceres en medio de las correrías y los juegos", pero sí "muy bien a Isabelita Parrilla, a Doña Dominga y Don Pepe Viera, Don Bejamín, Manuel de Ganzo, María la de Félix€"

Por último, de vuelta al presente y "en estos tiempos que vivimos ahora de fragmentación y de sobre información, que no de sabiduría", admitió que "volver la mirada a esa forma de vida se me antoja un lujo para la infancia y aunque, luego llegaría la adolescencia con otras urgencias, en mi caso fueron totalmente rupturistas y de deseos de conocer a otras gentes, de definir de forma rotunda mi diferencia y mi individualidad, cosa que he ido consiguiendo con cierto éxito y alegría".

La alcaldesa de Yaiza, Gladys Acuña, y el concejal de Festejos, Javier Camacho, entre otros miembros de la corporación sureña, acudieron a la lectura del pregón.