A Tana Hernández, el joven lanzaroteño de 27 años que sufre una tetraplejia que lo mantiene en cama desde 2010 tras sufrir un accidente en el mar cuando se bañaba en la playa de El Jablillo, en Costa Teguise, se le ha abierto una nueva puerta al mundo cotidiano tras estrenar el elevador eléctrico que le han instalado en su vivienda del barrio capitalino de Valterra.

Ayer, sábado, descendió hasta la calle por primera vez en esa instalación desde la segunda planta de la casa en la que reside junto a sus padres, Pedro Manuel Hernández e Irene Domínguez. En su silla de ruedas llegó hasta el Charco de San Ginés.

Tana no puede estar más contento. Lo primero que sintió al subirse en su elevador fue "felicidad por poder salir, por fin, después de tantos años así", manifestó él mismo este domingo a este periódico en la acera junto al zaguán de la escalera del bloque de pisos en el que reside. "Ya puedo entrar y salir de mi casa cuando quiera y no tengo que estar pendiente de nadie para que me suba o me baje por la escalera", señaló el joven, que hasta el pasado enero estuvo tres meses sin salir de su casa por las barreras arquitectónicas y las dificultades de encontrar a alguien disponible y con capacidad de trasladarlo hasta la vía pública con cierta regularidad.

"Lo más que me apetece es salir a la calle y lo menos, estar en mi casa", afirmó el chico. Una de las citas que no piensa perderse es el encuentro de murgas en el parque de Valterra, la barriada más murguera de Lanzarote por la cantidad de grupos que se han formado y los que continúan en el carnaval.

La discapacidad de Tana está catalogada como de Gran Dependencia en Grado III. Le tienen que dar de comer, asearlo y asistirlo para que haga sus necesidades.

Su madre, al igual que el resto de su familia está feliz. "Él siempre ha maniobrado bien la silla de ruedas. El único problema que tenía eran los escalones", señaló Irene. "Ahora no para en mi casa. Lo voy a tener estos días para arriba y para abajo", bromeó la mujer.

Su hermano Pedro se mostró también "muy contento, sobre todo por Tana porque podrá salir a la calle todos los días".

Otra de las posibilidades que se le presentan a partir de ahora a Tana es volver a las sesiones de rehabilitación, que le suspendieron al no poder desplazarse hasta el centro y no disponer de un fisioterapeuta que lo visitara a domicilio.

A falta de pequeños remates de la obra, que comenzó el pasado 19 de enero, el montaje está finalizado. Han sido años de impedimentos con burocracia, la negativa de una vecina a que se colocara esta infraestructura junto a su pared y las dificultades para encontrar un inmueble disponible en una planta terrera para Tana.

El coste de mantenimiento del elevador es de unos 1.000 euros al año e Irene espera poder conseguir ayuda para sufragar los gastos. La economía familiar es limitada y de hecho, han sido las instituciones (Cabildo de Lanzarote, Ayuntamiento de Arrecife y Gobierno de Canarias) las que han financiado la obra civil y el montaje del elevador de Thyssenkrupp, unos 23.000 euros.

Las arquitectas Helga Garcés y Montse Garcés, de Sal Studio Arquitectura Lanzarote, han sido las encargadas de este proyecto vital para Tana.