La plaga de aguavivas detectada en la playa de Las Canteras también afecta a otros puntos de la costa norte de Gran Canaria. La presencia en las orillas de las playas y cerca de las rocas de numerosos ejemplares de estas medusas -exactamente de la especie fragata portuguesa- se ha hecho normal durante estas jornadas. La lluvia, el viento y el mal tiempo en general que hubo ayer provocó que las playas estuviesen vacías, de forma especial por la mañana.

Los miembros de la Cruz Roja que se encontraban ayer en el puesto de vigilancia de Las Canteras confirmaron que "la costa está llena de aguavivas" y señalaron también que "se debe fundamentalmente a las corrientes marinas. Esto es normal desde el mes de febrero hasta principios de verano".

Estos invertebrados cuentan con células urticantes como medio de defensa y de captura de presas. Las picaduras, para los humanos, pueden suponer heridas leves, pero dolorosas y con complicaciones si se padece algún tipo de alergia. La Cruz Roja tuvo que atender entre el martes y el miércoles más de medio centenar de casos. Ayer se redujeron a causa de la ausencia de bañistas debido al mal tiempo que hizo por la mañana.

Profesionales que estudian estos moluscos transparentes barajan que la sobreabundancia de aguavivas se debe también a otros factores, como el aumento de la temperatura del agua, la disminución de depredadores por la sobrepesca y el aumento de nutrientes por la contaminación de las costas.

EL CONFITAL. Mientras tanto, la tranquilidad se repitió ayer en El Confital y sin ningún tipo de altercado entre los usuarios de este espacio y la Policía Local por la pretensión de acampar o de hacer asaderos. Las inclemencias meteorológicas fueron una gran razón. Había poca gente, sobre todo por la mañana.

No pasaba de la veintena de personas las que se hallaban allí sobre las once de la mañana. La Policía Local hizo sus rondas, para luego marcharse en vista de a la tranquilidad existente. Algunas parejas y grupos de amigos se protegían de la lluvia con los paraguas o dentro de los coches. Varios vecinos habían traído sus sillas, barbacoas y otros artículos de playa, como la familia Cardona de La Isleta, pero prefirieron no usarlo hasta que mejorase la meteorología.